Con una vez que hayas venido a Toledo sabrás que es una ciudad mágica. Siglos y siglos de historia han enriquecido nuestro casco histórico con iglesias, conventos, antiguos palacios, museos, el Alcázar o la Catedral. No solo monumentos. La ciudad cuenta con importantes restos arqueológicos, los llamados subterráneos de Toledo. Espacios no tan fáciles de visitar pero igualmente imprescindibles para conocer nuestro pasado. Si quieres saber más en esta ruta por el Toledo subterráneo te descubrimos algunos de ellos.
La grandeza de Toledo no solo se cuenta por sus 109 Bienes de Interés Cultural. La llamada “ciudad de las tres culturas” fue sede de cortes destacadas durante la Edad Media o el siglo XVI. Hecho que ha influido no solo en el arte sino también en la literatura.
Precisamente, este domingo 23 de abril celebramos el Día Internacional del Libro. Un día especial para fomentar la lectura y apoyar a escritores, editores y libreros. Tradicionalmente, el motivo que se da para escoger este día es la muerte de tres escritores. Aunque también coincide con el nacimiento o muerte de algunos otros. Esos tres escritores de los que hablamos son William Shakespeare, Miguel de Cervantes y el Inca Garcilaso de la Vega. Este último no es el Garcilaso de la Vega que quizá tengas en mente. Se trata de Gómez Suárez de Figueroa, cronista e historiador nacido en Cuzco. Su padre, el capitán Sebastián Garcilaso de la Vega y Vargas, fue sobrino del célebre poeta español. El Inca efectivamente murió un 23 de abril de 1616 mientras que Shakespeare lo hizo un 23 de abril según el calendario juliano. A nuestro Cervantes en realidad le llegó la muerte un día antes.
De los tres, Miguel de Cervantes es sin duda el que tuvo una relación más estrecha con Toledo. Ciudad riquísima en monumentos pero también en referencias literarias. Desde la literatura medieval hasta nuestros días ha sido inspiración para grandes artistas.
Quién no conoce el Cantar del Mío Cid. En esta composición heroica, el Cid viene a Toledo en dos ocasiones. Sus estancias se centran en el Alficén (la antigua zona palaciega árabe) y el Castillo de San Servando, antiguo monasterio con su leyenda templaria y actual albergue donde alojarse.
El sobrino de Alfonso X “el Sabio”, el infante Don Juan Manuel trata en su colección de cuentos de El Conde Lucanor esa parte más misteriosa y atrayente de la ciudad como fue el arte de la nigromancia.
El Lazarillo de Tormes tiene una vida más que ajetreada en la Ciudad Imperial al servicio de un hidalgo pobre, un monje mercedario o un capellán de la Catedral. Se acabó casando con la amante del arcipreste de la Iglesia del Salvador, “viviendo felices” los tres. Esta pequeña iglesia toledana está vinculada a un personaje maltratado en su época. En ella fue bautizada la futura reina Juana I de Castilla. Puedes visitarla con la pulsera turística de Toledo.
Los místicos Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz visitaron Toledo y escribieron aquí algunas de sus obras. Además, el abuelo paterno de Santa Teresa era toledano. ¿Lo sabías? No solo en Ávila se puede hacer una ruta sobre esta figura tan destacada. En Toledo te la preparamos en un suspiro. ¿Te animas? Pincha aquí para más información.
Blasco Ibáñez dedica su novela La Catedral al gran monumento toledano, entre otros artículos relativos a la desaparecida Posada de la Sangre o la vida de las trabajadoras en la Fábrica de Armas.
¿Te pica la curiosidad para seguir conociendo el Toledo Literario? Sigue leyendo para darte una visión un poco más profunda de otros grandes escritores. No podemos hablar de todos pero sí de los más conocidos. Queremos conquistarte desde la esfera más literaria para que no te falten razones de venir a visitarnos.
Este “toledano de toda la vida” fue un poeta unánimemente aclamado y conocido como el "Príncipe de los poetas castellanos". Nació a finales del siglo XV en una familia noble toledana que residía en la calle Esteban Illán. Desgraciadamente, de esta casa palaciega no conservamos más que la ventana gótica ubicada en el edificio de la Audiencia Provincial, junto a la Catedral.
Garci (de apellido Lasso) tiempo después formó parte de la corte del emperador Carlos V y, a pesar de su vocación literaria, se vio envuelto en la vida militar. Sus viajes entre Italia y España le permitieron traer a la literatura castellana las nuevas métricas italianas, como el soneto y la lira.
Además, tuvo una vida repleta de amoríos. La amante más destacada fue su amor de juventud. La toledana Guiomar Carrillo con la que tuvo un hijo, Lorenzo Suárez de Figueroa. La casa de los padres de Guiomar estaba ubicada donde el Convento de las Capuchinas. Según Mariano Calvo, la puerta cegada en la calle Buzones daba acceso a esta vivienda familiar. Se casó con Elena de Zúñiga, dama de Leonor de Austria, hermana del Emperador y con ella tuvo tres hijos.
En su ciudad natal Garcilaso vivió durante mucho tiempo en la casa familiar. Incluso tras haberse casado, acompañando a su madre viuda. Pero al final terminaría comprando unas casas en 1528 en la calle de los Aljibes, haciendo esquina con la Calle Tendillas. Lugar donde curiosamente vivió el bisabuelo y abuelo de Santa Teresa de Jesús.
En Toledo también se buscó algún que otro problema. Tuvo una trifulca en el antiguo Hospital del Nuncio Viejo debido a un enfrentamiento por el triple patronazgo de la institución en el que estaba envuelto su hermano, Pedro Lasso de la Vega. Hermano que participó en la revuelta de los Comuneros en contra del poder del rey, y por tanto enfrentado a Garci. Periodo fascinante que revivimos en esta ruta nocturna por Toledo.
Este ilustre poeta murió en 1536 en el sur de Francia. En la toma de la ciudad de Le Muy recibió una piedra en la cabeza y de las heridas causadas murió a los 25 días en Niza. En su testamento estableció que “si muriese pasado la mar dexenme donde me enterraron” pero inicialmente quería ser enterrado en la capilla de sus abuelos, en Toledo. Al final tuvo un poco de todo. Descansó primero en Francia y a los dos años su esposa lo trajo a Toledo, donde reposa. En la iglesia del antiguo Convento de San Pedro Mártir.
¿Sabías que no siempre fue así? En el siglo XIX se quiso crear en la Iglesia de San Francisco el Grande de Madrid un Panteón Nacional de Hombres Ilustres. Allá que fue trasladado Garcilaso y permaneció en la capital unos 30 años. Luego retornó a la capilla de sus abuelos al fracasar ese proyecto. Aquí en Toledo, sin duda, su legado permanece vivo. De eso ya nos encargamos nosotros con este tour nocturno por Toledo.
Seamos honestos. Por muchas que sean las referencias a Cervantes en Toledo, el mal llamado manco de Lepanto no nació aquí. Nació en Alcalá de Henares, pero se casó en 1584 con una toledana. O más bien natural del pueblo de Esquivias, Catalina de Salazar. Eso le llevaría a tener un contacto más directo con nuestra ciudad.
De hecho, Catalina heredó una tercera parte de una casa en Toledo que perteneció a sus abuelos. Concretamente ubicada en la Plaza de los Tintes, cerca del río y de la actual senda ecológica. Casa donde bien pudo estar alojado Cervantes en aquellas ocasiones que visitaban Toledo. Tú también puedes hacerlo. No en la misma casa, que no se conserva, sino cerca. Una de las veces que el matrimonio estuvo en Toledo fue en 1600. Estuvieron en el Monasterio de San Juan de los Reyes para asistir al ingreso como novicio de uno de los hermanos de Catalina.
Además a través de sus escritos, Cervantes nos transmite la vida cotidiana de la ciudad y aquellos lugares donde bien pudo estar en alguna ocasión. Tanto en El Quijote como en La Ilustre Fregona, Cervantes se refiere a la Plaza de Zocodover como el centro de la picaresca. El lugar de reunión de aquellos con no muy buenas intenciones. Afortunadamente, esa época ya pasó y en Zocodover te esperamos con estos tour guiados por Toledo.
En su obra mundialmente famosa, El Quijote, el alcalaíno en calidad de narrador cuenta como la historia a partir del capítulo IX la encontró en un manuscrito que compró en el Alcaná toledano. Una zona comercial ubicada en el entorno del claustro de la Catedral. El documento fue escrito por un tal Cide Hamete Benengeli en caracteres arábigos, por lo que contrató a un traductor en el mencionado claustro. Esa traducción se produciría en la casa de la Plaza de los Tintes.
Muy cercana a la Plaza de Zocodover además tenemos la famosa escultura del escritor. Si has visitado la ciudad te habrás hecho una foto con él casi seguro. Preside la calle que lleva su nombre y donde se ubicaba el Mesón del Sevillano, uno de los tantos mesones y posadas que había en esta zona. En él transcurre gran parte de La Ilustre Fregona. Desafortunadamente, este mesón fue destruido durante la Guerra Civil Española como tantos otros edificios por el asedio al Alcázar.
Otro de estos edificios destruidos fue la famosa Posada de la Sangre, cercana a la propia estatua del escritor. Fue confundida durante mucho tiempo con el mencionado Mesón del Sevillano. Esta confusión se debió a la errónea interpretación que hizo Antonio Martín Gamero de una descripción en La Ilustre Fregona. Rápidamente se tuvo como cierta y se llegó a colocar en 1872 una inscripción que lo recordara. Afortunadamente, tiempo después se descubrió que el Mesón del Sevillano se encontraba al final de la calle, cercano al Convento del Carmen Calzado.
El Hospital del Nuncio Viejo también aparece mencionado en el “falso Quijote”. El llamado Quijote de Avellaneda. Una obra que un tal Alonso Fernández de Avellaneda escribió pretendiendo ser la segunda parte de la mundialmente famosa obra. Algunos piensan que tras este pseudónimo se pudieron esconder Lope de Vega y sus amigos. Sea como fuere, el falso Don Quijote es internado en el Nuncio. La popularmente llamada “casa de locos”. A Cervantes no le haría ni pizca de gracia esta publicación, por lo que se puso las pilas para publicar su propia segunda parte, la verdadera. Y en ella curiosamente el alcalaíno se mofó de ese falso Quijote.
En definitiva, aunque no naciera en Toledo, no cabe duda que sintió una gran atracción por nuestra ciudad describiéndola en estos términos: “peñascosa pesadumbre, gloria de España y luz de sus ciudades”. Con esto, queda todo dicho señoría.
El gran Lope de Vega, además de ser un apasionado de las letras, también tenía un gran amor por Toledo. La ciudad lo inspiró para crear algunas de sus obras, definiéndola como "la mejor patria" en un poema dedicado a uno de sus hijos cuando murió.
Toledo le correspondió. En el antiguo Mesón de la Fruta de la Plaza Mayor se representaron cuarenta de sus comedias. Lugar bastante cambiado de cómo estuvo en época de Lope, empezando por el propio Mesón de la Fruta. Fue sustituido por un nuevo corral de comedias en el siglo XVII diseñado por un arquitecto de padre muy conocido. ¿Sabes de quién se trata? ¿No? Apúntate a este free tour por Toledo y lo descubrirás.
El mismo Lope en persona participó en varias justas literarias por la ciudad. Por ejemplo en la Plaza de Zocodover, punto de partida de todas estas visitas guiadas por Toledo. También la cercana iglesia de San Nicolás fue testigo de una de esas justas, además de la sala capitular del Ayuntamiento.
Por supuesto, Lope vivió aquí en tres ocasiones. La primera vez fue entre 1590-1591 con su primera mujer, Isabel de Urbina. Lope había sido condenado a diez años de destierro de la corte por injurias contra otro comediante y su familia. Para esa época ya había cumplido dos, pero decide establecerse en Toledo para estar al tanto de lo que se cocía en la capital. Alquilaron una casa cerca de Zocodover. Concretamente en la calle de la Sierpe, sin que se conozca exactamente cuál de todos los inmuebles albergó a la pareja.
La segunda estancia fue más duradera. De 1604 a 1610 habitó en el barrio de San Justo, muy posiblemente en la calle de Juan Guas. Pero se desconoce también el inmueble en concreto. Esta vez Lope no solo se trasladó con su segunda mujer, Juana de Guardo. También lo hizo con la amante, Micaela Luján. A ésta le alquiló una vivienda en el barrio de San Lorenzo, creyéndose que pudo vivir en el callejón del Horno de los Bizcochos.
Tan ajetreada fue su vida amorosa que tuvo unos cuantos hijos, cual "Julio Iglesias" de la época. En Toledo nacieron algunos de los más queridos. En 1606 nació uno de sus hijos con Juana de Guardo, Carlos Félix, bautizado en la parroquia que les correspondía, la Iglesia de San Justo. Un año antes, con su amante Micaela Luján tuvo a Marcela, bautizada en la Iglesia de la Magdalena.
La tercera vez que estuvo en Toledo fue en 1614 con la intención de ordenarse sacerdote. Se alojó en la casa de una antigua amante, la comedianta Jerónima de Burgos. Curioso lugar para vivir antes de convertirse en sacerdote por cierto. Así, el 24 de mayo de 1614, fue ordenado en el Palacio Arzobispal. Aunque posteriormente se asentara en Madrid, siguió visitando a sus amigos y paseando por las estrechas callejuelas toledanas. Y es que... ¿quién no volvería a Toledo?
Que el señor Bécquer fue un nostálgico atraído por una ciudad llena de historia, viejas glorias y arte, no hace falta decirlo. Sobre ella escribió:
“En nombre de los poetas y de los artistas, en nombre de los que sueñan y de los que estudian, se prohíbe a la civilización que toque uno sólo de estos ladrillos con su mano demoledora y prosaica”.
La primera vez que el sevillano visitó Toledo fue entre 1855-1858 cuando se encontraba inmerso en la creación de la Historia de los Templos de España. Obra que se quedó en un solo volumen sobre Toledo, con especial predilección por el Monasterio de San Juan de los Reyes. ¿Y quién no? Suele ser de los monumentos favoritos de los visitantes. Y cuando nos acompañáis en la ruta de la pulsera turística de Toledo, la expresión de las caras lo dice todo.
Por supuesto no fue la única visita. A lo largo de su vida estuvo en varias ocasiones con estancias más o menos largas. ¿Dónde se alojó? Por ejemplo en la Calle de los Bécquer, cercana a la famosa Cueva de Hércules. Un depósito de agua romano que forma parte del llamado Toledo Subterráneo. En esta antigua calle de la Lechuga, se cree que los hermanos Bécquer (Gustavo Adolfo y Valeriano) vivieron en el nº3.
Está mejor documentada su estancia en la llamada Casa del Laurel de la Calle de San Ildefonso. Un lugar muy tranquilo en el que Bécquer reescribió su famosa obra poética. Además, con su inseparable hermano Valeriano, produjeron una serie de dibujos con comentarios sobre la vida en Toledo y obras artísticas de la ciudad. Todos ellos publicados en La Ilustración de Madrid. ¿Te interesa conocer más sobre esta estancia? En esta visita nocturna por Toledo descubrirás todos los detalles.
Aparte de la Historia de los Templos de España o estos comentarios a los dibujos de su hermano, Bécquer ambientó en Toledo cuatro de sus famosas leyendas. La flor de Pasión, El Cristo de la Calavera, El Beso y La Ajorca de Oro ambientada en la impresionante Catedral.
Otra famosa narración, Las Tres Fechas, tiene que ver con Toledo. Concretamente, la Plaza de Santo Domingo el Real es donde muchos ubican la historia de la misteriosa mujer que saluda a Bécquer desde una ventana y que tiempo después ingresa en un convento. Otros la ubican en la Plaza de Santa Isabel. Sea como fuere, es el primer espacio el elegido a lo largo de los años para recordar a Bécquer.
Pero si algo especial tenemos de Bécquer no solo son sus escritos. En una portada del convento de San Clemente se conserva su firma. ¿Cómo llegó ahí? ¿Por qué firmó? Al 100% no se conocen las circunstancias que envuelven la historia de la firma. Quizás alcanzó el dintel de la portada cogiendo una escalera de los serenos. Quizás pudo seguir una moda de la época ya que la firma de Bécquer no es la única que se conserva en San Clemente. Pero ya en 1915 se publicó en un periódico toledano la existencia del autógrafo gracias a que el periodista habló con un amigo íntimo de Bécquer. ¡Bendita confesión!
Otro gran escritor enamorado de Toledo fue el canario Benito Pérez Galdós. A través de numerosos escritos Galdós muestra su visión sobre la ciudad, sus gentes, costumbres y rincones, definiéndola como la “historia de España completa”. Sabía de lo que hablaba pues nos visitaba frecuentemente. Ello se traduce en obras como Las generaciones artísticas en la ciudad de Toledo, El Audaz, Memorias de un desmemoriado, tres de sus Episodios Nacionales, o como no, Ángel Guerra.
Por sus numerosas estancias en la ciudad es lógico que fuera un gran conocedor de los alojamientos que ofrecía. Se conoce que estuvo en la antigua pensión de las hermanas Figueras ubicada en la Calle de Santa Isabel. Allí es donde escribió parte de Ángel Guerra. El Hotel del Lino en la Calle Santa Justa o el famoso Hotel Castilla albergaron igualmente al canario. Aunque también supo aprovecharse de sus amistades.
En la Finca de la Alberquilla, la que él llamaba la “Arabia Feliz”, estuvo junto con su sobrino y secretario José Hurtado de Mendoza. Esta finca cercana a la estación de tren era propiedad de un amigo del sobrino. Por cierto, el tren es la mejor opción para venir a Toledo. Es rápido, cómodo, está bien conectado con el casco histórico y la estación neomudéjar es impresionante. Te dejamos más detalles de cómo venir a Toledo aquí. Galdós visitó igualmente a su amigo, el pintor Ricardo Arredondo, en su casa de la Plaza de Santa Teresa. Lugar donde curiosamente en 1620 fue asesinado el poeta Baltasar Elisio de Medinilla.
Estos “tres mosqueteros” (Galdós, su sobrino y Arredondo) se patearon la ciudad de arriba abajo con un ejemplar del Toledo en la mano de Sixto Ramón Parro. Además gustaban de jugar a un curioso juego. El de decir el itinerario más corto para llegar de un punto a otro de la ciudad. Aquí va una idea para cuando te patees Toledo.
Al mismo tiempo Galdós fue un espectador de lujo. Gracias a sus amigos y conocidos pudo disfrutar de primera mano de la restauración del Monasterio de San Juan de los Reyes. Descubrió rincones de la Catedral a los que no todos llegamos, como las terrazas o el archivo musical. Además esta experiencia catedralicia la vuelca en Ángel Guerra. Como también expresa en esta novela que le desagradara sobremanera el imponente Transparente de la girola de la Catedral.
Los conventos también tuvieron su punto de crítica. Aunque a la vez le encantaba la vida tranquila y misteriosa que había en ellos. De hecho, siempre que podía se colaba en alguno. Por ejemplo, en el antiguo convento de San Juan de la Penitencia, las monjas le dejaron tocar el órgano de campaña del Cardenal Cisneros, fundador del convento.
Otro lugar que no le gustaba mucho, tanto por su aspecto como por el ambiente, era la Plaza de Zocodover. Aun así frecuentaba la casa de Granullaque en la cercana placita de Barrio Rey. Una hostería con un menú a base de empanadas de carne o pescado y bartolillos. Y también cerca, en la calle de la Plata, visitaba la tienda del fotógrafo Casiano Alguacil donde compraba fotos de Toledo. O quería que el mismísimo Alcázar fuera reconvertido en un hotel. ¿Te imaginas? A nosotros nos cuesta.
¿No se te ocurre qué regalar en estas fechas a tu hermano, amiga, tía, o primo de Bilbao sabiendo que vive enamorad@ de Toledo? Esto tiene una fácil respuesta. Aquí te recopilamos algunos títulos que merecen especial mención por su relación con nuestra Ciudad Imperial. Once libros que debes incorporar a tu biblioteca si quieres presumir de ser un gran fan de Toledo.
¿Se te ha quedado corta la lista? No hay por qué terminarla aquí. Iremos actualizándola con aquellos nuevos libros sobre la ciudad. Nunca se deja de aprender sobre lo que esconde Toledo.