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Con 260 hectáreas y unos 2,6 kilómetros cuadrados, Toledo cuenta con el casco histórico más amplio de entre los 15 conjuntos históricos declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en España. La siguen Alcalá de Henares, con 185 hectáreas; y Segovia, con 134. Es el más amplio y además alberga nada menos que 109 Bienes de Interés Cultural. ¡Ahí es na’!
La antigua ciudad fue construida sobre un peñasco para defenderse mejor, y su laberinto de calles estrechas y sin salida ayuda a evitar la fuerte exposición al sol durante los veranos calurosos. ¡Cómo lo agradecemos los guías turísticos! Bueno, y quienes nos acompañan en estas visitas guiadas por Toledo también pueden corroborarlo.
Estas estrechas calles se adaptan al terreno irregular, evitando formaciones rocosas y pendientes pronunciadas, y dejando espacios abiertos para el drenaje del agua de lluvia. Esta disposición no solo se ajusta al terreno, sino que también era estratégica en tiempos de guerra. Facilitaba tácticas de guerrilla contra ejércitos invasores que lograban entrar en la ciudad. Las calles permitían emboscadas y retiradas rápidas, debilitando gradualmente al enemigo hasta reducir la amenaza.
En este laberinto urbano surgen, de cuando en cuando, plazas que constituyen espacios de desahogo, permiten una mayor salubridad de la ciudad y se convierten en escenarios sociales y sitios para la vida pública. Las plazas son los lugares donde se transmiten las noticias, se celebran los mercados, los espectáculos taurinos, las justas poéticas, representaciones teatrales. Pero también donde tienen lugar los autos de fe de la Santa Inquisición, los ajusticiamientos... Otras veces tienen una función eminentemente militar, resultando en espacios libres ante las fortificaciones. Sobre todo delante de las puertas, a fin de poder reunir allí al contingente armado que debía hacerse cargo de la defensa de la ciudad y también permitiendo una actuación eficaz de la balística.
Las plazas surgen muchas veces por los efectos de incendios o el derribo de edificios. Otras veces nacen de la desaparición de un cementerio parroquial. El ilustrado monarca Carlos III promulga, por motivos sanitarios, una Real Cédula en 1787 que ordena trasladar los cementerios fuera de las poblaciones en lugares altos y bien ventilados. Toledo sólo tendrá un cementerio de estas características desde finales del siglo XIX. Cuando se inaugura este nuevo cementerio decimonónico, se produce las respectivas mondas de los cementerios intramuros. Los cementerios parroquiales son vaciados de sus cadáveres y, liberados esos lugares de su antigua función, muchos de estos espacios despejados se reaprovechan como plazas. Este es el posible caso de buena parte de la plaza del Conde.
Según el callejero que presenta la web del Ayuntamiento, el casco histórico toledano cuenta hoy día con alrededor de 130 espacios dentro de las categorías de plazas, plazuelas y paseos. ¡No te asustes! No vamos a abordarlos todos. La intención es reseñar algunos de estos lugares más interesantes ya sea por su historia, su tamaño, la importancia de sus edificios o los acontecimientos ocurridos en ellos.
8 plazas del casco histórico de Toledo que no te puedes perder
Plaza de Zocodover
¡Ay Zocodover! El epicentro por excelencia de la vida social en el casco histórico junto con la Plaza del Ayuntamiento. El punto de reunión de nuestras visitas guiadas por Toledo. ¡Cómo no se la va a querer! Y ya debieron quererla desde hace siglos.
Las primeras noticias que tenemos de ella son ya de época musulmana. De hecho, su nombre es una deformación castellana de las palabras árabes “Suk-al-dawab”, traducidas como “mercado de las bestias”. Efectivamente, en aquella época aquí se celebraba un mercado de ganado donde se podían comprar animales para monta, tiro o carga.
En 1465, ya gobernada Toledo por los cristianos desde hacía 380 años, el monarca Enrique IV perpetúa esa función comercial de la plaza con la concesión de una feria franca, libre de alcabalas y portazgos. Un mercado que debía celebrarse todos los martes del año. Este privilegio fue confirmado diez años después por los Reyes Católicos, mediante Real Cédula otorgada en Olmedo el 3 de marzo de 1475.
Ese mercado, “el martes” que llamamos popularmente, continuó celebrándose en este lugar hasta que en 1968 se trasladó al Paseo del Carmen. No quedó ahí la cosa ya que después se lo llevaron al Paseo de Merchán y, recientemente, al barrio de Santa Teresa.
Zocodover sin duda es y era el punto de reunión de toledanos y visitantes aunque el paso del tiempo no ha sido benévolo con ella. Para empezar, en 1589 se produjo un incendio bastante grave que aprovechó Felipe II para intentar regularizar y modernizar la plaza. ¿El encargado del proyecto?
Nada menos que su arquitecto predilecto, Juan de Herrera, el máximo artífice del monasterio del Escorial. ¿Lo consiguió? Para nada. Aunque hayas venido y buscado qué ver en Toledo en un día para visitar nuestros monumentos más destacados, por la Plaza de Zocodover seguro que has pasado. La forma de cuadrilátero que buscó Felipe II no la habrás visto por ningún lado. ¿El por qué? Hay un dicho popular que reza “con la iglesia hemos topado”. Y por algo será. Se encontraron ciertas dificultades en el siglo XVI para expropiar unos inmuebles que pertenecían al cabildo catedralicio, por lo que nos quedamos sin plaza cuadrada.
Por otro lado, los tristes acontecimientos de la Guerra Civil Española dejaron la plaza arrasada salvo un detalle. Una puerta. La que encontramos en el centro de uno de los flancos más alargados de la plaza. Esta puerta en época islámica se conocía como Bab-al-Yayl. Es decir, la Puerta de los Caballos dada la cercanía al zoco de los animales. Dominada la ciudad por los cristianos desde 1085, pasó a ser denominada el Arco de la Sangre por la capilla que en ella tenía la desaparecida Cofradía de la Preciosa Sangre de Cristo. Ésta daba el último auxilio espiritual a los que iban a ser ajusticiados en la plaza.
Pero aunque ahora se ubiquen en Zocodover mercadillos navideños, la feria del libro, se hagan conciertos, manifestaciones… Siempre se recordará su función comercial original. Hoy no comprarás caballos y burros pero sí mazapanes, una de las artesanías típicas de la ciudad; souvenirs; tours guiados por Toledo; y podrás comer en ella. Si bien aquí te recomendamos otros lugares donde comer en Toledo. Alguna calle aledaña a la plaza también sigue recordando esa función comercial de antaño como mercado de animales. ¿Por qué sino la cercana calle Sillería se llama así? No porque se vendieran sillas para sentarte a comer a la mesa.
Pero ¿fue siempre un mercado? Ni mucho menos. Te contamos más usos y curiosidades en este tour nocturno por Toledo.
Plaza del Ayuntamiento
Julio Porres señala la fecha de 1339 como el posible origen de la plaza. En ese año el arzobispo Gil de Albornoz ordena derribar una serie de edificios frente a la obra de la Catedral, por la parte que será su fachada principal. La Catedral se venía construyendo desde 1226 por lo que las obras estaban ya avanzadas.
Sin embargo, conseguir el perímetro que ahora luce la plaza llevó un tiempo. El Colegio de Escribanos Públicos, que tenía su edificio en la misma, se resistió a su derribo hasta el siglo XVI “pese a los ofrecimientos del Municipio y del cardenal Silíceo, deseoso de despejar el sitio entre su palacio y la catedral”, según señala Porres. Finalmente en 1541 se llegó a un acuerdo por el que el Ayuntamiento cedió unas dependencias a cambio del molesto edificio. Allí ejerció el Colegio de Escribanos durante tres siglos hasta que, en 1862, la ley del Notariado suprimió la profesión. De este modo, el Ayuntamiento recuperó gratis sus dependencias.
En 1862-1864 se reurbanizó el espacio, dotando a la plaza de una zona ajardinada central perimetrada con una verja. También se dispusieron farolas de hierro y una fuente pública.
En 1940, la plaza pasó a denominarse, como tantas otras de España, “del Generalísimo Franco”, volviéndose al nombre original con el advenimiento de la democracia.
Trece años después se le dio una nueva estructura a la plaza, ya muy próxima a la que tiene hoy día, eliminando la verja y farolas del siglo XIX. En el 2014 se instaló, frente a la fachada principal del Ayuntamiento, la fuente-escultura obra de Cristina Iglesias, que recrea el lecho de un río. Se hace hincapié de esta forma en la importancia del agua para Toledo. En la importancia de su río Tajo el cual se puede disfrutar con un paseo por la senda ecológica.
La plaza más monumental de la ciudad y donde se celebran muchas actividades culturales hoy día es conocida también como “de los Tres Poderes”. En ella están representados el poder judicial (Palacio de Justicia), el poder municipal (Ayuntamiento) y el poder religioso (Palacio Arzobispal y Catedral de Santa María). En este free tour por Toledo profundizamos más sobre estos edificios, especialmente la Catedral y los acontecimientos de máxima relevancia ocurridos en esta plaza.
Plaza Mayor
Pese a su nombre no es, ni mucho menos, la plaza de mayores dimensiones del casco histórico toledano. De hecho, tampoco se parece a ninguna otra plaza mayor al uso como la de Madrid o Salamanca. Pero ésta tenía una importancia capital para la ciudad. En ella se celebraba un mercado de productos frescos. No en vano era también conocida como “de las Verduras”, nombre que portó oficialmente en algunas etapas de su existencia.
A ella desembocaban la calle Tornerías, también conocida como “de las Pescaderías” por estar en esta vía la mayoría de los comercios que se dedicaban a la venta de los productos de la mar; y la calle Panaderías. Nombres muy descriptivos los que se utilizaban por aquel entonces, muchos de los cuales han pervivido en el nomenclátor viario de la ciudad.
Estaban también en la propia plaza las Carnicerías Mayores y el edificio conocido como Mesón de la Fruta, por despacharse en él tales productos. Esta casona tenía un uso polivalente. También servía para hacer representaciones teatrales. Era el “improvisado” corral de comedias de Toledo. Precisamente por ello, en ese mismo emplazamiento se han sucedido los edificios dedicados al teatro que ha habido a lo largo de la historia en nuestra ciudad. Finalmente en el siglo XIX se erigió el Teatro de Rojas, todavía en activo.
En 1592, el regidor Luis Fernández de Córdoba ordena ampliar la plaza. Para ello retranquearon algunas fachadas y se derriba una casa que se levantaba a la entrada de la calle Maestro Pedro Pérez, quedando la plaza Mayor con su superficie actual. Este “maestro Pedro Pérez” fue uno de los primeros maestros de obra de la Catedral. En su calle todavía se ven las marcas verticales y los números que debía ocupar cada tenderete del mercado, que se extendía por algunas de las calles próximas.
De 1603 es el edificio del Hospitalito del Rey, frente al Teatro de Rojas. Fue fundado y regido por la Hermandad del Corpus Christi y Nuestra Señora de la Paz. Su nombre se debe a que los reyes de Castilla eran hermanos de dicha cofradía. Se trataba de una entidad sanitaria de caridad que ha estado en funcionamiento hasta 1836. En esta fecha pasó a depender de la Beneficencia Provincial, convirtiéndose en una residencia de ancianos hasta que en 2005 cerró sus puertas. En el 2023 ha sido reabierto como residencia para enfermos con trastorno mental grave.
Seguro que en tus paseos por Toledo has pasado por esta plaza y ni cuenta te has dado que era la Plaza Mayor. Tranquilo, suele pasar. Para nosotros siempre será la Plaza del Rojas. ¿Quieres saber de qué Rojas estamos hablando? ¿Te has fijado en los vítores? ¿Qué edificio es donde están esas firmas? Corre y apuntate a este tour guiado por Toledo.
Plaza de San Vicente
¿Por qué se llamará así? No se quebraron mucho la cabeza. En ella está la antigua iglesia mudéjar de San Vicente. Está documentada desde 1125 siendo desacralizada en 1842. Desde entonces ha sido un pequeño edificio “multiusos”. Fue utilizada como Museo Provincial de Arte Religioso, después como parte del aulario de la universidad y actualmente está instalado en el edificio el Círculo del Arte. Un bar de copas con multitud de actividades culturales (exposiciones, conciertos, proyecciones, presentaciones de libros...).
Tiene un punto especial tomar una copa en este local pues en su día estuvo relacionado con los inquisidores. Al templo estaba unida por sus pies la cárcel secreta de la Santa Inquisición, cuyos miembros tenían acceso directo de un edificio al otro para poder asistir a las liturgias. Por cierto, que en la segunda mitad del siglo XVI era párroco de San Vicente Luis Hurtado de Toledo, de posible ascendencia conversa. Ya tenía que hilar finos los sermones este hombre para no tener problemas con los inquisidores, a los que tenía presentes en todas sus misas.
¿Quién fue Luis Hurtado de Toledo, aparte de párroco de San Vicente? Un erudito al que se le ordenó contestar al interrogatorio que Felipe II mandó a todas las poblaciones del reino en 1575. El objetivo del rey era tener consciencia de las condiciones que presentaba el territorio que debía gobernar. Su memorial es un documento de gran relevancia para el conocimiento del Toledo de finales del XVI.
Dos siglos después, el cardenal Lorenzana permuta a los inquisidores su cárcel secreta por la casa profesa de los Jesuitas, que ya habían sido expulsados de España. Trasladada la prisión a esas dependencias, Lorenzana levantará sobre el antiguo espacio carcelario un palacio neoclásico obra de Ignacio Haan. Este palacio servirá como sede a la Universidad de Toledo.
En la plaza también perviven el convento de las Agustinas Calzadas de la Purísima Concepción. Un convento conocido también como “de las Gaitanas” por haber sido fundado, en principio como beaterio, en el siglo XV por Guiomar de Meneses, esposa de Lope Gaitán. En este convento puedes adquirir una de las artesanías típicas de la ciudad: el mazapán. Por supuesto también venden otros dulces, pero el mazapán es top en Toledo. Tienes figuritas pequeñas, como tabletas tipo turrón y las famosas anguilas de mazapán… ¿quieres saber su origen? Te esperamos en la ruta por el Toledo subterráneo.
Igualmente reseñable es la portada del palacio de los San Pedro de la Palma, una de las mejores portadas renacentistas conservadas en la ciudad. En el inmueble ahora encontrarás un bar de copas. Te damos más ideas de dónde tomarte una, y con vistas, en estas cinco terrazas de Toledo.
Plaza del Conde
¡Ojo! Se llama del Conde por Pedro López de Ayala, conde de Fuensalida. No por don Gonzalo Ruiz de Toledo, el del entierro plasmado por el Greco. No era conde, si quieres saber más pincha aquí. Don Gonzalo muere en 1323 y el condado se crea en 1520. Como el citado cuadro del cretense está en la iglesia de Santo Tomé, en esta plaza, mucha gente cree que el nombre se debe a la obra pictórica, y no es así.
Y es que en este espacio se levanta el palacio de los condes de Fuensalida, edificación de mediados del siglo XV que hoy sirve de sede a la Presidencia de Castilla-La Mancha. En su interior falleció, el 1 de mayo de 1539, la emperatriz Isabel de Portugal, esposa de Carlos I.
La parte de la plaza que antecede a la iglesia de Santo Tomé fue, al menos desde 1576, el cementerio parroquial. De hecho, para delimitar este espacio de enterramiento se construyó el pretil que se eleva sobre la cuesta de los Alamillos que baja hacia la Sinagoga del Tránsito. Al desalojarse el cementerio de cadáveres, el espació vino a integrar y completar el perímetro actual de la plaza.
Plaza de Amador de los Ríos
El espacio surge con la demolición en 1771 de la iglesia de San Juan Bautista debido al estado ruinoso que presentaba. Una iglesia popularmente conocida como de “la Leche”, por haber en las proximidades un despacho de leche. En el lugar donde estaba su altar mayor se dispusieron unos postes, uno en cada esquina de la capilla y otro en el centro de la misma, demarcando el antiguo espacio sagrado. Por ello, el pueblo dio en llamar al lugar la plaza de los Postes. Una denominación que todavía sigue siendo reconocible por las personas de cierta edad.
Lo único que se libró de la demolición fue el oratorio de San Felipe Neri, originariamente capilla funeraria de Sancho Sánchez de Toledo. Se salvó gracias a que por aquel entonces estaba instalada en él la Santa Escuela de Cristo. Era una institución creada por Juan Bautista Ferruzo siguiendo el modelo de la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri de Roma. La propia escuela demostró que los problemas estructurales del templo no afectaban a su oratorio.
Esta capilla gótica ha sido recuperada por el Consorcio de Toledo y es visitable de forma gratuita. Por cierto, que en ella fue enterrado Agustín
Moreto, uno de los dramaturgos españoles más importantes del siglo XVII. ¿Te interesa saber más sobre esos escritores destacados que tienen relación con nuestra ciudad? Este artículo sobre el Toledo literario te hace un resumen. Y si quieres revivir la vida de alguno de ellos, te esperamos en esta visita guiada por Toledo de noche.
Posteriormente, el Ayuntamiento eligió el nombre de Amador de los Ríos para designarla. En ella tuvo su residencia Ramiro Amador de los Ríos, arquitecto municipal en el siglo XIX y artífice del Teatro de Rojas en la plaza Mayor.
En el subsuelo de la plaza también hay multitud de restos de las termas romanas. No en vano, las termas de Toletum fueron de las más grandes e importantes de Hispania. Si quieres saber cómo eran y su historia, otra razón más para apuntarte a esta ruta por el Toledo Subterráneo. Además, también a esta plaza daba un manicomio, de los más antiguos fundados en España: el antiguo Hospital del Nuncio Viejo. ¿Lo conoces? ¿No? Estás tardando en reservar tu plaza en la visita nocturna por Toledo que ya te mencionamos.
Plaza de San Juan de los Reyes
Posiblemente tuvo en origen una función defensiva, como corresponde a los espacios despejados que se solía dejar ante las puertas de las murallas. En este caso la puerta del Cambrón. Pero también quizás tuvo un uso comercial si atendemos a la denominación de Assuica (que puede derivar de Zoco), que era como se denominaba a la zona en los tiempos en que habitaban allí los judíos.
La plaza cuenta con dos partes diferenciadas: la que se abre delante de la portada norte del Monasterio de San Juan de los Reyes y la que se extiende en la bajada hacia la puerta del Cambrón.
Esta última explanada descendente, en su día se vería limitada por la iglesia de San Martín de Tours. Ésta se ubicaba justo enfrente de la puerta del Cambrón y allí estuvo hasta 1853. En ese año se derribó dado el estado ruinoso que presentaba. Recientemente, en unas obras de repavimentación del solado se han encontrado los restos de este templo.
A la izquierda de la puerta de la muralla se encontraría un convento de Agustinos Calzados que se destruyó en 1810, en la Guerra de Independencia. De él solo nos ha quedado una puerta renacentista que hoy da acceso al Instituto de Enseñanza Secundaria Sefarad.
En el lado de la derecha se levanta el palacio ducal de los Maqueda, cuyas ruinas fueron adquiridas por el pintor Matías Moreno, el primer director de la Escuela de Artes de Toledo. Fue él quien lo restauró. A principios del siglo XX se instaló en él el taller cerámico de Aguado, que vendría a revitalizar la cerámica toledana.
La segunda sección de la plaza la constituye la explanada nivelada mediante un pretil que se extiende frente al lateral norte del monasterio franciscano. En el lado oeste de la misma se levantó en 1732 la capilla churrigueresca de la beata Mariana de Jesús. Esta fue demolida en 1864. En el lugar dónde estuvo hay ahora una imagen de la Inmaculada Concepción sobre una columna gótica, obra de Cecilio Béjar.
Recientemente se ha instalado allí también la escultura en bronce de 'La Ascensión', del italiano Nino Longobardi. Esta obra fue cedida por la colección Roberto Polo al arzobispado. Presenta a Cristo con los brazos en cruz atravesando un aro, lo que vendría a representar la entrada en el Cielo. En palabras del propio escultor “la iconografía de la escultura hace referencia al círculo, que simboliza el Nacimiento, Muerte y Resurrección de Jesucristo para salvarnos y regalarnos la Vida Eterna. Jesucristo muerto es el eje inmóvil de la rotación del ciclo del devenir”. Sea como fuere, la gente de a pie es muy avispada y esta escultura se ha popularizado con el nombre del “Cristo del hula hoop”.
Plaza Juan de Mariana
Hasta 1560 al menos se llamaba a esta plaza “del Conde de Orgaz” pues en ella tenía su casa señorial este linaje descendiente de don Gonzalo Ruiz de Toledo, el señor del famoso cuadro del Greco (enlace).
En 1569 el inmueble fue vendido a los jesuitas. Al llegar a Toledo en ese mismo siglo XVI, los jesuitas intentaban enraizar con las tradiciones toledanas adquiriendo este lugar donde, antes de los Orgaz, había tenido su casa San Ildefonso, patrón de la ciudad. A este clérigo visigodo consagrarán su templo los padres jesuitas, el mayor y mejor exponente del Barroco que tenemos en Toledo. Junto con el Transparente de Narciso Tomé de la Catedral por supuesto.
Para su construcción retranquearon la fachada del templo. El palacio de los condes de Orgaz estaba alineado con la esquina del convento de Madre de Dios, según se aprecia en el plano del Greco. Esto amplió, según Porres, en unos 2.250 pies la plaza, permitiendo a los jesuitas tener una mejor perspectiva de la fachada principal de su iglesia y disponer una enorme escalinata de acceso a la misma. Se resaltaba así su monumentalidad.
Tras la mencionada demolición de la cercana iglesia de San Juan Bautista, su parroquia fue trasladada a la de San Ildefonso. Los jesuitas ya habían sido expulsados por Carlos III. Por este motivo se empezó a conocer la plaza como “de San Juan Bautista”.
En 1916, el Ayuntamiento decidió cambiar el nombre de la plaza al de “Padre Juan de Mariana”, jesuita y humanista de origen talaverano del siglo XVI-XVII, autor de una Historia de España. Este erudito está enterrado en el ochavo de la iglesia de San Ildefonso.
¿Quieres saber más sobre la iglesia? En este free tour por el Toledo Esencial te descubrimos sus claves. Si por el contrario, quieres profundizar en las historias más desconocidas, el mencionado tour nocturno por Toledo es tu apuesta segura.
Esperamos que te haya resultado de interés esta pequeña selección. Se nos quedan en el tintero la plaza de Santo Domingo el Antiguo, la de Santo Domingo el Real, Padilla, la Magdalena, San Justo, Abdón de Paz, el Seco, Santa Isabel, Barrio Nuevo, Barrio Rey, San Agustín, la plaza Escondida...
Para la segunda primero tendrás que venir a nuestra ciudad. Hazte un buen planning de qué ver en Toledo para saber lo que te interesa y no tengas dudas por dónde aparcar en Toledo. No es fácil pero tampoco imposible. Una vez aquí ¡déjate llevar! Con estas visitas guiadas te enseñaremos todas las plazas de las que aquí hablamos y ¡muchísimo más! Reserva tu plaza si no quieres quedarte sin ella.
Bibliografía
Arellano, M., Gómez-Menor, J.C. y Leblic, V. La Capilla de Sancho Sánchez de Toledo, hoy de San Felipe Neri, Toletum, num. 22, 1988, págs. 243-246
del Cerro Malagón, R., Los arcos de Zocodover. Una mirada retrospectiva (1865-1656), Toledo, Archivo Secreto, num. 4, 2008, pp. 72-87
Hurtado de Toledo, L., Memorial de algunas cosas notables que tiene la Imperial Ciudad de Toledo, en “Relaciones histórico-geográficas-estadísticas...”, edit. Por el CSIC bajo la dir. De C. Viñas y R. Paz. “Reino de Toledo”, 2ª parte, vol. 2, Madrid, 1963
Marías, F., Juan de Herrera y la obra urbana de Zocodover en Toledo, Valladolid, Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología: BSAA, num. 43, 1977, pp.173-188
Porres Martín-Cleto, J.: Historia de las calles de Toledo, Toledo, Ed. Zocodover, 1988
Ramón Parro, S.: Toledo en la mano, Toledo, Imprenta Severiano López Fando, 1857
Torroja, C., El Cardenal Silíceo y la reforma de la plaza del Ayuntamiento, en Anales Toledanos, vol. XI, 1976, pp. 57-68