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16 de noviembre de 2023La Sinagoga del Tránsito: La última sinagoga de Toledo
El barrio judío toledano atrae día tras día a numerosos visitantes. Durante el día es corriente encontrarte con algún despistado mirando el mapa, perdido en el laberinto. Estudiantes que van entre semana a la Escuela de Artes y Oficios cercana al Monasterio de San Juan de los Reyes o bodas celebradas los fines de semana en este mismo lugar. También grupos de visitas guiadas por Toledo ya que aquí se concentran algunos de los monumentos y lugares de interés más destacados. Tres de los espacios vinculados a la pulsera turística de Toledo se encuentran en él. Podría decirse que casi cuatro, ya que la Iglesia del Salvador preside la entrada a la judería por la C/ Santo Tomé.
Por el contrario, la noche se convierte en el mejor momento para callejear tranquilamente. El barrio se vacía. Puedes respirar el casi completo silencio roto por los coches de los vecinos o algún bar y restaurante ocasional que esté abierto. Tiene unos cuantos lugares interesantes si buscas dónde comer o cenar en Toledo.
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Todos aquellos que vienen buscando el pasado judío toledano lo van a encontrar pero de una manera muy tenue. Se trata de una zona que ha sufrido muchísimo y se ha transformado a la par. Por ejemplo, en este barrio encontrarás algún que otro convento, un palacio de un noble cristiano, espacios amplios como plazas y parques. Aun así, debajo de algunos edificios todavía sigue vivo ese pasado judío con restos de baños de purificación o miqvés, una de nuestras paradas en la ruta por el Toledo Subterráneo. Y muy importante, todavía nos quedan en pie dos sinagogas. Ya te hablamos de la sinagoga de Santa María la Blanca. Hoy nos toca la Sinagoga del Tránsito. Sigue leyendo para descubrir su historia e impresionante arquitectura y decoración.
La Sinagoga de El Tránsito o del Príncipe Samuel Ha-Leví
Algunos autores han identificado el Tarsis bíblico con la civilización de Tartessos que se dio en el sur de la Península Ibérica desde la edad del Bronce tardía (1.200-900 a.C). Si esta identificación fuera correcta, los primeros contactos comerciales del pueblo judío con la Península se remontarían a los tiempos de Salomón (siglo X a.C.). Eso sí, siempre siguiendo el Antiguo Testamento que ni es un texto historiográfico ni un documento de la época.
Así mismo, hay leyendas que cuentan que cuando Nabucodonosor II de Babilonia invadió el reino de Judá en el 586 a.C. destruyendo el templo de Jerusalén, produjo una diáspora que hizo que algunos judíos llegaran a nuestras latitudes.
Dejando a un lado todos estos referentes de dudosa historicidad, los primeros vestigios de la presencia hebrea en este territorio se remontan ya a época romana. Por ejemplo en Mérida se halló un epígrafe funerario de origen hebreo que se ha datado en el siglo II d.C.
En Toledo, los primeros restos materiales de factura hebrea se han fechado en el siglo IV d.C. Se trata de una lucerna que presenta una representación de la menoráh. Es decir, una pequeña lamparilla de aceite con el candelabro de siete brazos propio del rito hebreo que aparece descrito en el libro del Éxodo del Antiguo Testamento.
Los judíos estuvieron en nuestra ciudad hasta 1492, momento en el que son expulsados por parte de los Reyes Católicos. Esto es, once siglos de presencia continuada de los judíos en Toledo, compartiendo espacio con romanos, visigodos, musulmanes y cristianos. Un pueblo transversal a todos los que han pasado por aquí.
En ese tiempo, los judíos poblaron mayormente la parte suroeste del casco histórico toledano. Su barrio fue ganando en extensión conforme la comunidad hebrea iba creciendo y afianzándose en el lugar, alcanzando su cenit en el siglo XIII-principios del XIV. Una comunidad religiosa creciente, como lo era la judía en Toledo, requiere cada vez de más templos. En 1391, un poema de Ya’aqob Albeneh enumeraba un total de diez sinagogas en nuestra ciudad. De todas se han identificado cinco. A saber:
- La Sinagoga Mayor, posiblemente Santa María la Blanca. Aunque ya te contamos en este otro artículo la problemática que se trae este monumento imprescindible de Toledo.
- El Templo Viejo (bajo el museo Victorio Macho).
- El Templo Nuevo (sin identificar).
- La del Príncipe Samuel Ha-Levi (o del Tránsito. De la que ahora nos ocuparemos).
- La del Cordobés o del Sofer (cuyos restos arqueológicos son visitables bajo el entarimado de la plaza-fuente aledaña a la calle Reyes Católicos).
- La Sinagoga de Ben Ziza (sin identificar).
- La de Ben Abidaram (conocida como Almaliquín).
- La de Suloqía (sin identificar).
- La de Ben Aryeh (sin identificar).
- La de Algi’ada (sin identificar).
Además de éstas referidas por el poeta, en la segunda mitad del siglo XIV-principios del XVI aparecen referidas otras tres que pudieran ser algunas de las no identificadas del poema de Albeneh. El arqueólogo Jean Passini las señala como:
- La de Caleros (en la actual plaza de Marrón).
- La de Golondrinos (en lo alto de la colina de Alacaba, en el entorno de la calle de las Bulas).
- Y la Sinagoga que había en el actual callejón de San Juan de Dios.
Nosotros añadiríamos una más. Y quién sabe, quizás se encuentre entre las no identificadas en el poema al que nos venimos refiriendo. Hablamos de la sinagoga que debió haber en las inmediaciones de la Catedral para dar servicio religioso a los mercaderes judíos del Alcaná. En las inmediaciones del claustro catedralicio todavía existe una vía con el nombre de C/ Sinagoga. Por cierto que el claustro se levantó en el lugar donde estuvo esta zona comercial judía. Zona que a su vez aparece referida en El Quijote. El Toledo literario es verdaderamente rico y de ello damos cuenta con las curiosidades que te contamos en este tour por Toledo de noche.
Con los movimientos antisemitas producidos a partir del siglo XIV y la expulsión de los judíos por parte de los Reyes Católicos en 1492, la mayoría de estos templos fueron perdiéndose. Hoy día sólo conservamos dos sinagogas en pie en Toledo. Pero ojo, son dos de las cinco sinagogas medievales que se han conservado en toda España. Las otras tres están en Córdoba, Segovia, y en Híjar (Teruel). En este último lugar, entre 2017 y 2019, hubo una serie de descubrimientos que han permitido demostrar la filiación original al culto hebreo de la ermita de San Antonio Abad. Si te interesa el tema, en la bibliografía reseñamos el artículo de Antonio Hernández Pardo que lo trata.
Hay una posible sinagoga medieval más, la Sinagoga del Agua de Úbeda. Sin embargo, no todos los autores reconocen ese espacio como un templo judío. Por mencionar algunos, Francisca Hornos, Vicente Barba Colmenero o Rafael Cámara Expósito, por lo que de momento no la incluimos en el listado.
También hay restos arqueológicos de importancia en Molina de Aragón (Guadalajara) y en Lorca (Murcia). Pero ojo, no son edificios íntegros en pie como sucede en Toledo, Córdoba, Segovia e Híjar.
Hoy nos vamos a ocupar de una de estas sinagogas que han resistido el paso de los tiempos en Toledo: la Sinagoga del Príncipe Samuel Ha-Levi, más conocida como del Tránsito. Este nombre mantenido a lo largo de los siglos se debe a un cuadro de Correa de Vivar ubicado en el edificio desde el siglo XVI, cuando el templo tenía ya un uso cristiano. ¿Qué representaba el cuadro? Obvio, ¿no? el Tránsito de la Virgen.
La sinagoga medieval más tardía de España
En el siglo XII, el Papa Alejandro III había prohibido a través de una bula construir nuevas sinagogas. Los judíos podían conservar y reparar las que ya tenían erigidas, pero no levantar nuevos templos.
Además, en los tiempos de Alfonso XI se había recrudecido la situación de los judíos de Castilla. Las Cortes de Alcalá de Henares de 1348 habían legislado en su contra, prohibiéndoles prestar dinero con intereses y entorpeciendo con ello los negocios de una comunidad hebrea que había monopolizado la banca en aquellos tiempos.
El reinado de Pedro I (1350-1369) supone “un cambio drástico de tendencia”, según señala Pablo Gumiel Campos.
Este monarca intentó un fortalecimiento de la monarquía frente a la nobleza y el clero para lo que se apoyó en el poder económico que le podía proporcionar el pueblo sefardí. Pedro revoca en las Cortes de Valladolid de 1351 lo que había dispuesto su padre en 1348, favoreciendo con ello los intereses semitas. También se rodea de una serie de judíos a los que coloca en puestos de poder. En el reino de Murcia estuvieron los almojarifes Mayr Avencuriel, Yuçaf Avencuriel, Çuleiman Avencuriel, Hayn Avencuriel y a Yuçaf Axages. Hay que contar igualmente al médico y astrónomo Aben Zarzel. Y, sobre todo, nos interesa el toledano Samuel Ha-Leví Abulaifa. Actuó como Tesorero Mayor del Rey y consejero de la corona desde el año 1353. Ha-Leví fue el instrumento con el que Pedro I expropió de sus bienes a muchos de sus oponentes políticos.
Por oposición el hermanastro de Pedro y pretendiente al trono de Castilla, Enrique de Trastámara, adoptará una política antisemita que le granjeará el apoyo de muchos nobles, religiosos y hasta del pueblo llano.
El pretendiente atacó la judería de Toledo en 1355 buscando mermar el poder económico del rey legítimo, sustentado en la banca hebrea. Esta escaramuza se saldó, según el cronista Pedro López de Ayala, con una cifra de unos 1.200 judíos muertos, además de los muchos destrozos materiales que suponemos se producirían. Por todo ello, Pedro tomará medidas para compensar las pérdidas sufridas por los judíos. Una de esas medidas será el permitir levantar a Samuel Ha-Leví una nueva sinagoga. Quizás en el lugar donde se encontrara otra en ruinas para hacer pasar la nueva erección por una reparación de un templo ya existente, como medio de acomodarse a lo dispuesto en la bula de Alejandro III. Su construcción se data en el entorno de 1357-1358. Un privilegio especial que hace del templo un edificio anacrónico, único en su especie, y propagandístico como lo fueron el Alcázar para Carlos I o el Monasterio de San Juan de los Reyes para los Reyes Católicos. La sinagoga se levantará como una loa al monarca benefactor y también como una demostración del poder de su mecenas, el Tesorero Mayor de Castilla, un príncipe dentro de la comunidad sefardí.
Características arquitectónicas del templo
Originariamente se trataba de un edificio de planta rectangular con cubierta a cuatro aguas y muros de mampostería sin apenas decoración al exterior salvo las celosías de las ventanas. La espadaña que aparece hoy día en lo alto de su fachada sur es un añadido cristiano posterior. Sí contó la puerta de acceso al templo con una viga tallada con una inscripción en hebreo en la que Francisco Pérez Bayer aún pudo leer en el siglo XVIII el versículo 20 del salmo 118 del Antiguo Testamento: “Ésta es la puerta del Señor / los justos entrarán por ella”.
De cómo era la fachada principal del templo en el siglo XVIII ha dejado constancia un grabado de Francisco Javier Palomares fechado en 1753. En él se ve el lado sur del edificio sin la espadaña que fue añadida más tarde y con una ventana enmarcada por un paño de sebka desgraciadamente perdido.
Interiormente, el edificio presenta una gran sala de oraciones diáfana con planta rectangular de 23x9,50 metros y con una altura de 17 metros. El espacio está cubierto con una gran armadura artesonada policromada y decorada con lazos de ocho. Aparece reforzada por tirantes dobles que apoyan sobre canes lobulados. Este tipo de trabajos de cubrición en madera se denomina carpintería de lo blanco o de armar ya que en la construcción de este tipo de techumbres no se empleaban clavos. Eran todo piezas machihembradas que encajaban unas con otras. ¡Todo un puzzle!
Además cuando pones un clavo a una madera, ésta tiene fecha de caducidad. Las oxidaciones y dilataciones del metal no son acordes con la madera y terminan por estropearla. Cuando se construye una cubierta sin la utilización de clavos, conseguimos que se conserve pese al paso de los siglos.
Bajo la artesa ochavada, los muros laterales presentan un friso con decoración vegetal en yesería. En él se insertan arcos de herradura apuntados enmarcados por siete lóbulos con vanos ciegos y abiertos alternos, separados por columnillas pareadas, creando una pauta lumínica en el espacio interior.
Entre los motivos vegetales aparece repetido a intervalos regulares un escudo con un castillo con tres torres con flores de lis sobre las dos laterales. Baer y Cantera Burgos han identificado este escudo con el de Samuel Ha-Leví. Este escudo se alterna con las armas de Castilla y León. El ornato se completa con decoración epigráfica en hebreo que según traducción de Amador de los Ríos rezan:
¡Dios del Universo! Pálido y consumido del deseo de los atrios de Dios, mi alma y mi cuerpo aplaudirán al Dios vivo. Hasta el pájaro encuentra casa y la golondrina nido donde poner sus polluelos, altares suyos, Dios del Universo, Rey mío, ¡Albricias a los que habitan tu casa! ¡Ya te alabarán sumisamente!
Por debajo de este friso, los muros laterales de la sala de oración se revistieron desde los años setenta del siglo pasado con una tela de seda moderna inspirada en un diseño del monasterio de las Huelgas (Burgos). Esta tela fue donada por la familia Pinto Coriat. Los problemas de conservación y el riesgo de incendio llevó a su retirada en el 2014. Solución práctica y necesaria, aunque la eliminación del elemento textil ha restado parte de una suntuosidad que creemos estaba en consonancia con el propósito perseguido por Samuel Ha-Leví.
El muro dirigido hacia el este aparece más profusamente decorado con un paño de sebka que lo recorre en su mayor parte. Desde la techumbre hasta lo que sería un zócalo posiblemente de azulejería, que se ha perdido. En su zona central aparece un nicho con tres arquillos poli lobulados separados por finas columnillas que hace las veces de hejal. ¿Qué era esto? En el caso que nos ocupa es una especie de recámara donde se guardaba los rollos de la Torá, el texto que contiene la ley y el patrimonio identitario del pueblo judío. Este texto coincide con el Pentateuco, los primeros cinco libros del Antiguo Testamento.
En este muro del hejal nos encontramos dos grandes placas fundacionales y otras dos escudadas con las armas de Castilla y León, además de caracteres hebreos. Vienen a hacer una loa de la figura del rey benefactor, al que se refiere como “gran monarca” y “magna águila”, y de Samuel Ha-Leví como fundador del nuevo templo. El que denominan el “príncipe de los príncipes del levirato”, “columna diestra sobre la cual estriban la casa de Leví y la casa de Israel”. Para el análisis detallado de esas inscripciones recomendamos la lectura del artículo de Daniel Muñoz Garrido reseñado en la bibliografía.
A los pies del hejal se ha conservado un rastro del solado original de la sinagoga. Tal vez preservado por el altar que se colocó sobre él cuando el templo pasó a tener un uso cristiano. También se han conservado unos poyetes recubiertos de azulejería que servirían de asiento a los prohombres de la comunidad hebrea cuando el templo se dedicaba todavía a ese culto.
En el muro oeste solamente aparecen tres cuerpos de vanos, algunos de ellos decorados con bellas celosías a través de las cuales penetra en la sala de oraciones una luz tamizada que confiere una magia especial al espacio. Un espacio trascendente, donde entrar en comunicación con la deidad.
Al sur de la sala de oraciones se encuentran una serie de espacios que en origen funcionarían como vestíbulo de entrada. Los espacios laterales, uno para dar acceso directo a los hombres a la sala de oraciones y el otro, completamente separado y con acceso propio desde la calle que hoy ha desaparecido, para que se pudiera subir a la galería de mujeres. El central daría cobijo a una escuela rabínica (yesibah). Hoy día estos espacios contienen el vestíbulo de entrada a la sinagoga y la tienda del Museo Nacional de la Cultura Sefardí. El muro que separaba el acceso femenino a su galería ha sido eliminado.
Sobre estas salas se disponía la galería de mujeres, decorada con ricas yeserías y zapatas de madera primorosamente talladas en sus balconadas abiertas hacia la sala de oraciones.
Al norte tres estancias cubiertas con falsas bóvedas que adosaron los caballeros calatravos. Sirvieron de Archivo General a las órdenes de Calatrava y Alcántara. Actualmente se han adaptado como salas de exposición del Museo Sefardí.
También al lado norte y con acceso desde las citadas salas calatravas, aparece un jardín que hoy día se emplea para exponer laudas sepulcrales, que por su tamaño dificultaban la circulación en el interior del museo si eran colocadas allí.
Por último, en el lado este, detrás del hejal, se abre un jardín cedido en el siglo XVIII por Fray Antonio de Céspedes y Calderón.
Usos cristianos de la sinagoga
Tras la expulsión de los judíos por parte de los Reyes Católicos, la Sinagoga del Príncipe va a ser cedida a la Orden Calatrava (1494) a cambio del Alcázar y los Palacios de Galiana. Los caballeros van a establecer en la antigua sinagoga su Priorato de San Benito, sirviendo el espacio que ocupaba la yesibah y la galería de mujeres como hospital y asilo para los caballeros y la sala de oraciones como templo cristiano. Para este fin, las balconadas de la galería de mujeres se tapiarían. En ese momento inicial de ocupación calatrava se construirán la puerta y arcosolio platerescos que aparecen en el lado sur de la sala de oraciones, próximos al muro del hejal. La puerta, que daba acceso al espacio acomodado como sacristía (cubierta con una bóveda de crucería gótica), fue obra de Cristóbal de Palacio, según inscripción que aparece sobre ella.
En el muro este se adosó un retablo, ocultando el hejal. Mientras que a los pies del templo se levantó un sotocoro.
En ese arcosolio se dispuso el mencionado cuadro de Correa de Vivar con el motivo del Tránsito de la Virgen. En la actualidad la pintura se encuentra en el Museo del Prado. Sobre el arcosolio plateresco aparece el escudo de Francisco de Rojas y Escobar, comendador de la Orden de Calatrava. Éste también aparece arrodillado en actitud de orar y cubierto con el manto de los calatravos en el cuadro de Correa.
En el siglo XVIII, cuando el Tránsito se convierte en archivo de la Orden de Calatrava y Alcántara, se construyen las citadas salas del lado norte. Para dar acceso a ellas desde la sala de oraciones se abre una puerta que está decorada con una cruz de la orden militar y la fecha de 1735.
Cuando la orden es disuelta a principios del siglo XIX, el Tránsito pasará a ser una ermita. Es en ese momento cuando posiblemente se construye la espadaña de la fachada sur.
Con la venida de los franceses, el templo fue utilizado como barracón militar. Tras el episodio bélico y la desamortización, el edificio languidece hasta que en 1877 es declarado Museo Nacional.
Constitución del Museo Nacional de la Cultura Sefardí
En 1910 se confía la antigua sinagoga al Patronato del Museo del Greco, regido por el marqués de la Vega-Inclán, que procede a su restauración.
En los años 60 del siglo XX se procede a una nueva restauración para acomodar el edificio a su uso museístico actual. También se construye un edificio anejo, en la zona este, donde ubicar parte de los servicios del museo (salón de actos, estancias administrativas y de investigación, biblioteca, taller de restauración, aseos...). El museo, dependiente del Ministerio de Cultura, es inaugurado en 1971.
En 1986 y en 2001 se acometen nuevas obras de remodelación, conservación y adecuación para acomodar el espacio a los nuevos planteamientos museísticos.
Las tres salas calatravas se ocupan ahora de mostrar una serie de objetos que muestran las primeras tradiciones del pueblo hebreo (Sala 1), los judíos en la España antigua y Al-Ándalus (Sala 2) y en los tiempos del cristianismo (sala 3).
El patio norte muestra las laudas sepulcrales que, por su tamaño, no podrían ser correctamente expuestas en las angostas salas interiores del museo.
El patio este ha sido acomodado como zona de descanso y acceso a los servicios.
La galería de mujeres se ha destinado a exponer piezas relativas al ciclo vital de los hebreos, su ciclo litúrgico anual y su lengua y literatura.
Desde Toledo a pie te recomendamos la visita de este monumento sin par. No en todas las ciudades tienes la oportunidad de ver una sinagoga semejante, por lo que está dentro de la lista de cosas que ver en Toledo en 1 día. Gratis si vienes a Toledo el sábado por la tarde y el domingo por la mañana. ¡No te decepcionará!
Bibliografía
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