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2 de noviembre de 2023Antigua Iglesia de San Román - Museo de los Concilios y de la Cultura Visigoda
Bajo la advocación de San Román se levanta uno de los edificios más interesantes de los muchos que tenemos en la ciudad de Toledo. No en vano es uno de los 109 Bienes de Interés Cultural toledanos. No sólo porque en él se aúnen a la perfección las formas arabizantes con la cultura cristiana. También lo hace la arquitectura del siglo XIII (o puede que en parte anterior) con la renacentista. Además este templo presenta las que posiblemente sean las mejores pinturas al fresco románicas que conservamos en la ciudad. Sin olvidarnos, claro está, de las que verás en la mezquita del Cristo de la Luz y las que ostenta el cercano monasterio de San Clemente.
El edificio fue destinado desde 1969 a contener el Museo de los Concilios y de la Cultura Visigoda. En él se exhiben ajuares encontrados en la necrópolis de Carpio del Tajo, así como estupendas reproducciones de algunas de las coronas votivas del tesoro de Guarrazar. Éste es el mejor exponente de orfebrería visigoda encontrado en el territorio peninsular y de su historia ya te hablamos un poco en este artículo sobre Puy du Fou España.
Pese a todas estas virtudes, y a que cuando escribimos este artículo (septiembre de 2023) el acceso al templo es gratuito, el edificio no es tan visitado como otros de Toledo a los que se les concede mayor publicidad. Un alto porcentaje de los que venís a Toledo habéis oído hablar, prácticamente en exclusiva, de los monumentos de la Pulsera Turística, la Catedral y el Alcázar. En el camino se olvidan otras muchas joyas que tenemos en el casco histórico y alrededores.
Desde Toledo a pie queremos poner remedio a este olvido por parte de los viajeros, autoridades y residentes, que también pueden solazarse con las bellezas que nos rodean. No nos cansaremos de reivindicar iglesias como la de San Román o San Andrés. El Convento de Santa Fe, con importantes huellas de los antiguos palacios árabes y, para los amantes del arte contemporáneo, la colección Roberto Polo. El Hospital de Tavera extramuros es lamentablemente otro de los olvidados aunque plató de cine para unas cuantas películas. El antiguo colegio de Infantes es el actual Museo de los Tapices de la Catedral, si bien esperamos como agua de mayo que lo reabran tras el parón que supuso el COVID. El Taller del Moro se encuentra de paso al Museo del Greco y al mirador de San Cristóbal al que vamos en este Free Tour por Toledo. Las Cuevas de Hércules y una gran cantidad de subterráneos, por desconocimiento, pasan desapercibidos a la gran mayoría. Por suerte en esta ruta por el Toledo subterráneo te descubrimos algunas de estas maravillas ocultas.
Pero no queremos irnos por las ramas. Hoy nos centramos en la iglesia de San Román, declarada Monumento Histórico Artístico por Decreto de 3 de junio de 1931.
Iglesia de San Román - Museo de los Concilios y de la Cultura Visigoda
Un origen incierto
Como alguna otra iglesia de Toledo, la de San Román tiene un origen inescrutable. Y eso que cuenta con una gran cantidad de bibliografía. Hay incluso autores que la remontan a época romana aferrándose, como si de clavo ardiendo se tratara, a la tipología de las bóvedas que sustentan las escaleras de su torre. Teoría que, por demás, a nosotros nos parece bastante fantasiosa.
Más partidarios tienen la hipótesis de que el templo, en origen, fuera visigodo. Así, el arquitecto Valcárcel llevó a cabo unos trabajos de restauración en San Román en el año 1968. Descubrió bajo su pavimento, en la zona de la capilla mayor, una cripta cuyos muros estaban constituidos por la extensión en profundidad del ábside primitivo. Valcárcel achaca esta supuesta construcción primigenia al ámbito visigodo.
Además, la tradición popular toledana (recogida por Sixto Ramón Parro) considera que ésta fue la iglesia en la que fue bautizado San Ildefonso. La presencia de capiteles visigodos también parecen respaldar esta teoría. Aunque estos capiteles también pudieron ser traídos de otro lugar como elementos constructivos reaprovechados tal vez por los musulmanes, grandes reutilizadores de este tipo de elementos arquitectónicos. Así parece desprenderse de las diferentes facturas y tamaños de los mismos. Si hubieran sido los originales que había en el lugar, sin duda presentarían mayor homogeneidad.
La posibilidad que tiene más adeptos es que el edificio se edificara inicialmente como mezquita. Aunque es cierto que, si nació como tal, el lenguaje utilizado para su construcción fue el hispanovisigodo, como señala Concepción Abad Castro.
Esta autora establece relaciones de San Román con la basílica de Las Tamujas, en Malpica del Tajo, “obra del primer Cristianismo” con la que comparte el tipo de aparejo (mampostería encintada). También con las iglesias toledanas de Santa Eulalia y San Sebastián, que cuentan con la misma estructura interna. Tradicionalmente se han creído construcciones de origen visigodo, aunque los últimos estudios están descafeinando este carácter premusulmán. Lo mismo le pasa a la iglesia de Santas Justa y Rufina, cuyos secretos desentrañamos en este tour nocturno por Toledo.
Sea el edificio de origen musulmán o anterior, lo cierto es que San Román fue utilizada como mezquita como demuestra que en su interior hubiera unas inscripciones en caracteres arábicos hasta el año 1572. En ese momento, Felipe II mando al corregidor de Toledo retirar diversas inscripciones que había en diferentes sitios de la ciudad.
La primera de estas inscripciones, que supuestamente estaba colocada sobre la actual puerta de la parroquia, decía así según traducción que se hizo de ella en el siglo XVI:
“La oración y la paz sobre nuestro señor y profeta Mahoma: todos los fieles cuando se fueren a acostar a la cama, mentando al alfaquí Moravito Abdalá, y encomendándose a él, en ninguna batalla entrarán que no salgan con victoria; y en cualquier batalla contra cristianos, al que untasen su lanza con sangre de cristianos y muriese aquel día, irá vivo y sano, abiertos los ojos, al Paraíso; y quedarán sus sucesores hasta la cuarta generación perdonados.”
La segunda estaba sobre la tumba de un musulmán llamado Golondrino, según nos señala Parro, y rezaba:
“Dios es grande; la oración y la paz sobre el mensajero de Dios. Esta piedra es traída de la casa de Meca, tocada en el arca que está colgada donde está el Zancarrón; todos los que pusieran las rodillas en ella para hacer la zala, y adoren en ella o besaren en ella, no cegarán ni se tullirán, e Irán al Paraíso abiertos los ojos: fue presentada al rey Jacob en testimonio de que no hay más que un Dios.”
De la existencia de estas inscripciones se desprende su uso como mezquita pues no se concibe que las hubieran puesto en un templo cristiano
La primera noticia escrita que tenemos de la iglesia que nos ocupa data de 1125. En este documento, recogido por González Palencia en su obra “Los mozárabes de Toledo”, Pedro Illán, caudillo que tomara parte en la toma de la ciudad por parte de Alfonso VI en 1085, se declara parroquiano de San Román.
Cuenta también la leyenda que un nieto de aquel Pedro Illán, Esteban, contribuyó a que en 1166 un menor de edad Alfonso VIII fuera proclamado rey de Castilla desde la torre de esta iglesia. Se acabarían así los enfrentamientos de los Lara y los Castro por la tutela del infante. Pese a que el episodio esté más que probablemente mitificado, la historicidad del caballero Esteban Illán es completamente real y llegó a ser alguacil y alcalde de Toledo, viéndose notablemente favorecido por este monarca. Es más, está enterrado en la propia iglesia de San Román.
Pese a todos estos antecedentes, es más que probable que el templo se reedificara a principios del siglo XIII, consagrándose el 20 de julio de 1221 (aunque ya se utilizara con anterioridad para el culto cristiano), en tiempos del arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada.
El templo del siglo XIII
En ese siglo XIII de su consagración, el cuerpo del templo queda más o menos constituido como ha llegado a nosotros.
Se trata de una plata basilical constituida por tres naves, más ancha la central y a menor altura las laterales. Están separadas por tres arcos de herradura califales con alfiz sobre columnas con fustes y capiteles de diferentes procedencias. Doce capiteles en total de los que cinco son visigodos, seis mozárabes de los siglos IX o X y uno de tradición bizantina, según señala Matilde Revuelta Tubino en su guía del museo de los concilios. Sobre estas arquerías se disponen unos vanos con arcos de medio punto (tres por tramo), en una configuración similar a las de las iglesias de Santa Eulalia, San Lucas y San Sebastián. Teresa Pérez Higueras los identifica con las formas de hacer del primer mudéjar toledano (siglo XII). Esto nos señalaría que, aunque el templo fuera remodelado más que probablemente en el XIII, su estructura no sería profundamente modificada. El espacio se cierra con cubierta de armadura de madera.
En esos tiempos, la cabecera parece ser que constaría de tres capillas, una por nave. Hacia el exterior se resolvía en un único ábside de estilo mudéjar con decoración de arquerías ciegas superpuestas en una solución similar a la que nos encontramos en el ábside del Cristo de la Luz. Esta cabecera estaría exenta en su prácticamente totalidad, diseñada para ser contemplada desde el exterior. Salvo tal vez en la zona del claustro que se abría en aquel entonces lado meridional y al que daba acceso una puerta hoy cegada en el muro sur del templo. La torre también estaba exenta en ese momento.
El citado claustro fue abducido por el crecimiento desmedido del convento de San Pedro Mártir en el siglo XVI. Uno de esos conventos protagonistas de esta visita guiada por Toledo de noche. Además, en él está enterrado uno de los grandes de nuestra literatura y muy relacionado con Toledo. Si te interesa el Toledo literario, te dejamos otro artículo aquí. La expansión conventual de San Pedro Mártir también dio al traste con el carácter exento de la cabecera de San Román. Aunque a ella volveremos más adelante, porque en época renacentista fue remodelada por completo.
Las mejores pinturas románicas al fresco de Toledo
De ese mismo siglo XIII es la mayor parte del ciclo iconográfico de pinturas al fresco que engalanan los muros del templo.
Ramírez Arellano ya señala la existencia de estas pinturas murales en 1921, cuando estas permanecían bajo revocos posteriores. En la restauración que se hizo del edificio en 1940-1941 ya fueron sacadas a la luz y se terminaron de restaurar en una nueva intervención habida en 1968.
La gran mayoría de estudiosos interpretan que existieron dos maestros diferentes:
- El primero de ellos, de técnica y motivos de clara raigambre islámica, al que debemos la bicromía de las dovelas de los arcos, los atauriques, cintas e inscripciones arábicas que contornean los vanos. Concepción Abad Castro considera que estas pinturas, que tienen como misión principal remarcar las líneas arquitectónicas del edificio, son las primeras que se llevaron a cabo ya que el resto de las escenas figuradas se acomodan en muchos lugares a ellas, y no al revés. Hasta se superponen en algunas zonas.
- El segundo de clara raigambre románica-cristiana, lo que se traduce en temas figurativos basados en la Biblia.
Mucho más hay que decir de la producción del segundo sobre la del primero, dado su carácter más narrativo. Para empezar, sobre el arco de entrada de la capilla del lado de la Epístola nos encontramos la representación del Tetramorfos. ¿Cuál es el lado de la Epístola? El de la derecha según miramos hacia el altar mayor. ¿Qué es el Tetramorfos? Las cuatro figuras alegóricas de los cuatro evangelistas, enmarcados en este caso por fondos arquitectónicos. Tocados con grandes alas desplegadas y sentados en atriles en actitud de escribir, presentan cabeza de león (San Marcos), ángel (San Mateo), buey (San Lucas) y águila (San Juan). Este último aparece, tal vez por un error de cálculo, en el muro contiguo en lugar de sobre el citado arco de acceso a la capilla. Además, curiosamente, bajo él aparece otro personaje sentado en idéntico atril (en gran parte perdido) que Abad Castro apunta pudiera ser San Ildefonso, patrón de la ciudad y destacado escritor en defensa de la Virgen. Además es el titular de la iglesia barroca más impresionante de Toledo, la cual entra dentro de la citada pulsera turística. Bajo este tetramorfos, y en parte cortada la escena por la apertura del vano, los Padres Confesores: San Eugenio, San Isidoro y San Gregorio, con inscripciones que los identifican. En el intradós del arco los diáconos San Esteban y San Lorenzo también con sus respectivas leyendas identificativas.
En el centro del muro de la Epístola nos encontramos con una de las escenas más impresionantes de todo el ciclo: la resurrección de los muertos previa al Juicio Final. Una escena digna de cualquier película de zombis actual.
En el muro occidental de esta misma nave de la Epístola aparecen dos reyes coronados que bien pudieran ser David y Salomón. También una representación del Pecado Original identificada por la palabra “EDEM”. Está cercenada en parte por la apertura de un vano, lo que ha dejado a la pobre Eva, cubriendo sus vergüenzas, compuesta y sin novio ante la reprimenda del Altísimo. Vamos, que la apertura de la puerta ha eliminado de la ecuación a Adán.
En el intradós de los arcos que separan la nave de la epístola con la central se representan fundadores, obispos y reformadores: San Benito, fundador de la regla benedictina, y san Bernardo, instaurador del orden cisterciense, en el arco más próximo a la cabecera; San Martín de Tours y San Nicolas en el arco central; San Ambrosio y San Leandro, que estableció el rito mozárabe, en el arco de los pies. En los arcos de la nave opuesta se completaría el ciclo con más figuras de próceres eclesiásticos, pero lamentablemente estas se han perdido y solo se aprecian algunas siluetas.
En el muro occidental de la nave central aparecen los Profetas Mayores Isaías y Jeremías, representados en los laterales del muro, en el registro superior de los tres en que está dividido el paramento, junto a sendas ventanas cubiertas con celosías de lacería islámica.
En el nivel intermedio de la pared, sobre fondo arbolado, doce figuras con túnicas de diversos colores que bien pudieran ser los Apóstoles (Nuevo Testamento). Mientras que, en el registro inferior, otros doce personajes vestidos de blanco (algunos de ellos mutilados por la apertura de un gran vano central que solo les ha dejado las cabezas), que pudieran ser los Profetas Menores (Antiguo Testamento) o los representantes de las doce tribus de Israel.
Es posible que estas veinticuatro figuras vengan a conformar el tribunal de veinticuatro ancianos que aparecen mencionados en Apocalipsis 4:4 y que forman el jurado popular del Juicio Final. El texto de Juan no identifica la identidad de los mismos, con lo que aquí podemos encontrarnos con una posible interpretación.
La representación de una bestia apocalíptica en el muro de los pies de la nave del Evangelio (el lado izquierdo de la iglesia si nos disponemos mirando hacia su altar mayor), completa esta línea argumental iconográfica. Como hemos visto, va desde el Pecado Original y los profetas del Antiguo Testamento, a la “buena nueva” representada por los apóstoles y evangelistas del Nuevo Testamento, pasando por los próceres de esta nueva Iglesia fundada por Cristo hasta llegar a la resurrección de los muertos y la celebración del Juicio Final.
En el muro lateral de la nave del Evangelio aparece la típica imagen de San Cristóbal, que se colocaba muy habitualmente próxima a la puerta de acceso a los templos para que, el que fuera a salir de viaje, pudiera entrar en la iglesia sin entorpecer el culto y encomendarse a él para no tener ningún percance en el camino. No en vano, San Cristóbal es el patrón de los viajeros y, por extensión, de los conductores. La Catedral cuenta con otro Cristobalón mejor conservado.
Para concluir, encima de esa puerta de acceso hay un Pantocrátor inacabado que nuevamente hace referencia a la Parusía. Es decir al glorioso advenimiento de Jesús al final de los tiempos, en el momento en que se va a producir el Juicio Final. Dado su carácter inconcluso, sólo presenta dos de las figuras del Tetramorfos, las correspondientes a Juan y a Lucas, a los pies de Cristo en majestad.
Al ciclo parece sólo faltarle las escenas en las que apareciera representada la vida, muerte y resurrección del Redentor, que tal vez figuraran en la remodelada zona de la cabecera. Así parece indicarlo la representación, muy desdibujada, de un Santo Entierro que aparece sobre el arco de entrada a la capilla de cabecera de la nave del Evangelio. Esta ausencia en el ciclo iconográfico ha venido a ser cubierta por el retablo renacentista que se dispuso en el XVI.
Una cabecera remodelada en el siglo XVI
A mediados del siglo XVI, María Niño de Ribera, IV Señora de Noez y Villaumbrosa, decidirá disponer su capilla funeraria en la cabecera de San Román, para lo que requiere su remodelación. Obra en la que intervendrán Alonso de Covarrubias y su yerno Pedro de Velasco. Esta reestructuración del espacio, que también suponía una ampliación en profundidad, supuso la unión del cuerpo del templo con la torre-campanario. A ella se accede desde la capilla del lado de la Epístola.
Para la obra se aprovecharon los paramentos del presbiterio original con sus ventanas polilobuladas con ángeles de alas extendidas pintados en sus derrames. Se cubrió con una bóveda de cañón y una cúpula de casetones plateresca apoyada sobre pechinas en el espacio correspondiente a la nave central. Esta bóveda se emparenta abiertamente con la que Covarrubias hizo para cerrar el hueco de escaleras que da acceso al claustro superior del Monasterio de San Juan de los Reyes.
Las pechinas están decoradas con medallones con mediorelieves que presentan al rey David y a los profetas Isaías, Abacuc y Agar, reconocibles por las inscripciones que los acompañan.
Los arcos torales sobre los que descansa el peso de la cúpula apoyan sobre unas pilastras que se rematan con forma de cariátides y atlantes. Las primeras son las del arco más próximo al retablo y los segundos más próximos a la nave. Mientras que las cariátides se disponen completamente erguidas y en actitud descansada, los atlantes se presentan encorvados, en posición de gran esfuerzo. Éstos portan sendos escudos que presentan las bandas azures y doradas de los Ribera y los lobos de los Ayala, familias de las que descendía, por línea materna, María Niño de Rivera. La heráldica de los Niño, siete lises azures en campo de oro, aparece en los escudos que hay en los netos de los arcos laterales de la capilla.
Esta capilla mayor se diseñó para acomodarse al retablo, encargado con anterioridad, y que suele atribuirse a Diego de Velasco. No se sabe con certeza si era el padre o el hijo.
En este retablo aparecen, en su cuerpo inferior, María Niño de Ribera con San Juan Bautista, en el lado de la Epístola; y su hijo Pedro Niño de Conchillos y Ribera con San Jerónimo, en el del Evangelio. El conjunto se completa con las habituales escenas de la vida de Cristo. De izquierda a derecha: Anunciación, santo titular de la parroquia y Natividad en el cuerpo central; Cristo atado a una columna, abrazo en la Puerta Dorada y Piedad en el superior; el conjunto es coronado por los escudos de la mecenas, a ambos lados, y un calvario en el centro con el Padre Eterno sobre el mismo.
San Román como Museo
El Decreto 848/1969, de 24 de abril, convertía un templo, cuyos parroquianos habían pasado a depender de Santa Leocadia desde 1850, en el Museo de los Concilios y la Cultura Visigoda. No en vano, Toledo había sido la capital del reino de este pueblo de origen germánico y marco de celebración de muchos de esos concilios. Sobre ello tratamos en estas visitas guiadas por Toledo.
Las piezas que se exhiben en él provienen, en su mayor parte, de los fondos del Museo de Santa Cruz, el Museo arqueológico Nacional y numerosos yacimientos de la provincia, especialmente de la necrópolis de Carpio de Tajo.
Destacan especialmente las reproducciones de las coronas votivas encontradas en 1859 en Guarrazar. Un hallazgo totalmente fortuito por parte de una familia de Guadamur, básicamente cuando la hija sintió la llamada de la naturaleza. Si quieres saber más, de nuevo te dejamos este artículo sobre el Misterio de Sorbaces, uno de los espectáculos del parque temático Puy du Foy España. Las coronas de Guarrazar originales se conservan en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid y en el Museo de Cluny de París. De las piezas aquí expuestas, cabe destacar las coronas de Recaredo, Suintila y Recesvinto.
También resulta reseñable el conocido como Sarcófago de Jonás, con escenas de la vida de este santo engullido por una ballena. Igualmente podemos resaltar la denominada «placa de las Tamujas» procedente del municipio de Malpica de Tajo.
Un espacio interesantísimo que no te puedes perder, tanto por su contenido como por el espacio contenedor inigualable.
Bibliografía
- ABAD CASTRO, C.: La iglesia de San Román de Toledo, Madrid, Cuadernos de Restauración de Iberdrola, 2004
- MARÍAS, F.: La capilla mayor de San Román de Toledo: ¿Un templo de Zorobabel al romano?, Valladolid, BSAA arte LXXIV (2008), pp. 89-112
- MORENA DOMÍNGUEZ, L. ALGUACIL SAN FÉLIX, F.J. y ALGUACIL SAN FÉLIX, P.: El Toledo Invisible, Toledo, Antonio Pareja Ed. 2002
- PORRES MARTÍN-CLETO, J.: Historia de las calles de Toledo, Toledo, Ed. Zocodover, 1988
- PORRES MARTÍN-CLETO, J.: La desamortización del siglo XIX en Toledo, Toledo, Instituto Provincial de Investigaciones y Estudios Toledanos, 2001
- REVUELTA TUBINO, M.: Museo de los Concilios de Toledo y de la Cultura Visigoda, Madrid, Ministerio de Cultura, 1979
- RAMÓN PARRO, S.: Toledo en la mano, Toledo, Imprenta Severiano López Fando, 1857
- LEBLIC GARCÍA, V.: Toledo la ciudad de los muertos, Toledo Ed. Covarrubias, 2013
- VVAA: Arquitecturas de Toledo, del periodo romano al gótico, Toledo, JCCM, 1992