¿Dónde aparcar en Toledo?
3 de febrero de 2023Mujeres en la historia de Toledo
8 de marzo de 2023La Sinagoga de Santa María la Blanca: un enigma histórico
En nuestro trabajo como guías de Toledo a pie, muy a menudo quienes vienen con nosotros de ruta nos repiten una misma pregunta: ¿qué monumentos de Toledo no me puedo perder?. Es difícil encontrar una respuesta sencilla dada la ingente cantidad de monumentos con los que cuenta Toledo. Ya tratamos de exponerlos con pelos y señales en otra entrada del blog. Sin embargo, si existe un lugar que no te puedes marchar de Toledo sin conocer, esa es la sinagoga de Santa María la Blanca. Tiene una gran belleza e interés histórico del que podemos extraer valiosas lecciones sobre el pasado.
Desafortunadamente, la visita a este espacio desacralizado desde hace más de doscientos años está desprovista de cualquier explicación. Si decides visitarlo por tu cuenta es muy probable que tengas la sensación de estar viendo simplemente un edificio bonito, en el mejor de los casos. Y es que las reseñas de Google de los visitantes demuestran que la sinagoga es uno de los monumentos más incomprendidos. E incluso, de los más negativamente calificados de toda la ciudad. Por lo tanto, te recomendamos buscar una visita guiada por el Toledo de las tres culturas que te saquen esa idea. Si buscas algo más específico, como un tour guiado por la Judería de Toledo para ti solo o tu familia, aquí nos adaptamos a tus preferencias. Esperamos que incluya la sinagoga de Santa Maria la Blanca. Sigue leyendo si quieres venir preparado a Toledo.
La Sinagoga de Santa María la Blanca: un enigma histórico
Un nombre extraño
Lo primero que salta a la vista cuando hablamos de la sinagoga de Santa María la Blanca es su extraño nombre. Como es fácil imaginar, los judíos jamás la debieron llamar de esa manera. Esto no es, ni mucho menos, una excepción en Toledo. También se pueden visitar la mezquita del Cristo de la Luz y la sinagoga de Nuestra Señora del Tránsito, nombres todos ellos imposibles que son testigos de la historia del edificio. Te la puedes imaginar. Antiguas mezquitas y sinagogas consagradas después como ermitas cristianas. Lo saben bien quienes nos acompañan en las distintas rutas por Toledo guiadas.
En el caso de Santa María la Blanca no está del todo claro en qué condiciones ocurrió dicha consagración. Tradicionalmente se ha relacionado con el fraile dominico San Vicente Ferrer. En el año 1411, durante una de sus predicaciones en la iglesia de Santiago del Arrabal, habría provocado un asalto violento a la judería. En ese asalto se produciría la consiguiente consagración forzosa de la sinagoga. Sin embargo, esto no está ni mucho menos documentado y parece más una invención que otra cosa. De ahí que el hebraísta Cantera Burgos hablase de que “respecto a su conversión en iglesia cristiana corren las más estúpidas leyendas, que achacan a S. Vicente Ferrer una intervención cruenta, falta de toda base histórica”. A este respecto el historiador Felipe Vidales cuenta con un excelente artículo que demuestra que este episodio es, cuánto menos, cuestionable.
A modo de hipótesis, parece probable que Santa María la Blanca fuese tomada como iglesia por estar abandonada. Unos pocos años antes, en 1391, la judería había sufrido un asalto en el que murieron muchos de sus pobladores. Le siguió la conversión o la huida a lugares más seguros de otra parte de ellos. Sea como fuere, es un hecho probado que la sinagoga ya era una iglesia a finales del siglo XV, en las décadas previas a la expulsión de la comunidad judía.
Por tanto, se trata de una denominación artificial para la que no tenemos una alternativa clara, pues hasta día de hoy no se sabe con certeza cómo se podía llamar esta sinagoga originalmente. No tenemos referencias documentales contemporáneas a su uso como templo judío.
Un monumento enigmático
Antes de entrar en materia, cabe destacar que la judería toledana fue la principal de Castilla. Por qué no decirlo también, una de las más importantes de toda Europa. Si estás de visita y no sabes qué hacer en Toledo, pasear por sus calles especialmente al atardecer es una experiencia única. Por qué no decirlo de nuevo, este free tour Toledo Esencial o este otro tour guiado por Toledo te llevan por gran parte de este barrio para hacerte revivir las historias que se esconden en él.
Por esa importancia, fue una judería que llegó a contar con, al menos, diez sinagogas. Si bien en los últimos años se ha propuesto la existencia de otras tres más: la de Caleros, la de los Golondrinos y la del Sofer, mencionadas en una serie de documentos del siglo XV.
El origen de la creencia tradicional en la existencia de diez sinagogas es un poema elegíaco escrito en 1391 por el poeta judío Yaqob Albeneh. En él se alude a las sinagogas que habían sido destruidas durante el asalto que la judería toledana sufrió ese mismo año. “¡Ay de las sinagogas trocadas en ruina donde han anidado milanos y buitres… pues partieron los hijos de Israel!”.
-
-
- La sinagoga mayor
- La sinagoga vieja
- La sinagoga nueva
- La sinagoga del príncipe Semuel ha-Levi
- La sinagoga del Cordobés
- La sinagoga de Ben Zizá
- La sinagoga de Ben Abidarham
- La sinagoga de suloqía
- La sinagoga de Ben Aryeh
- La sinagoga de Algiada
-
Sin embargo, es un simple testimonio literario que no aporta indicio alguno de la posible localización de las sinagogas mencionadas. Además, resulta inexplicable que solo mencione diez, cuando existieron otras que no menciona. Este oscuro vacío podría ser clave para descifrar el enigma de la sinagoga de Santa María la Blanca que, probablemente, no aparezca mencionada en la famosa lista por no haber sido atacada durante el pogromo de 1391. De hecho, de las diez sinagogas mencionadas por Albeneh, solo podemos afirmar con certeza la localización de una de ellas. Con la del príncipe Semuel ha-Levi se refiere a la que, desde el siglo XVI, es llamada Nuestra Señora del Tránsito. Esta certeza se fundamenta en la abundante epigrafía que todavía se conserva en lo que a día de hoy se denomina Museo Sefardí. Uno de esos imprescindibles que igualmente no debes perderte si buscas qué conocer en Toledo.
Pero hasta aquí llegan las certezas. Todo lo demás son hipótesis, dependiendo del caso, más o menos fundamentadas. El conocimiento que se tiene sobre el antiguo barrio judío es muy escaso. Los asaltos sufridos a la judería, especialmente el de 1391 y la definitiva expulsión de 1492, además de la transformación y el abandono que, con el paso de los siglos, sufrió la mayor parte de esta área, son la causa de tan pocas certezas. El conocimiento sobre el mismo proviene, principalmente, de los hallazgos arqueológicos casuales relacionados con las obras para edificación de viviendas en las últimas décadas. Échale un ojo al libro “La judería de Toledo: un tiempo y un espacio por rehabilitar”. De muy recomendable lectura para tratar de comprender como era la configuración urbana de esta zona de la ciudad.
Así pues, esta situación explicaría por qué apenas se sabe nada sobre la sinagoga de Santa María la Blanca. En palabras de una de las mayores especialistas en el arte medieval toledano, la catedrática de Historia del Arte Teresa Pérez Higuera: “puede considerarse uno de los edificios más problemáticos del arte medieval hispánico, que siempre ha desconcertado al tratar de establecer filiaciones artísticas o cierta precisión cronológica, resultando opiniones tan diversas como autores se han ocupado del tema”.
Yo no lo podría haber dicho mejor. Y es que solo hay que hacer una búsqueda en Google para encontrar informaciones contradictorias. Y esta realidad es aún más palpable si visitas la sinagoga y permaneces allí cierto tiempo. Comprobarás que cada guía en sus tours guiados por Toledo cuenta cosas diferentes. Incluso la propia cartelería del monumento es contradictoria. ¿Te has fijado? En el muro exterior que rodea a la sinagoga se puede leer “Sinagoga del siglo XII” y en el interior pone “Sinagoga del siglo XIII”.
¿Cómo es posible esta indefinición? Es simple: no se conoce con exactitud en qué fecha se construyó ni cómo se llamaba originalmente esta sinagoga. En este sentido, es importante destacar que no se conserva inscripción alguna en el interior de la sinagoga. Ya apuntaba Carol Krinsky en su monumental obra “Synagogues of Europe” que estas inscripciones debieron existir. Se pueden ver unos cartuchos a ambos lados de la nave central quizás destinados a contener una serie de inscripciones pintadas que debieron ser borradas. Quién sabe si cuando la sinagoga se convirtió en iglesia o, más tarde, durante las reformas impulsadas por el cardenal Silíceo. Figura clave en Toledo por su intervención en esta sinagoga o en la creación del Real Colegio de Doncellas Nobles.
Estas inscripciones también podrían haber existido en la zona de la cabecera, donde se guardaban los rollos de la Torá. Así ocurre en la cercana Sinagoga del Tránsito. Sin embargo, donde originalmente se encontraba el muro del hejal hoy contamos con tres capillas renacentistas que el Cardenal Silíceo encargó al afamado arquitecto Alonso de Covarrubias. A este posible borrado intencionado de la memoria de la sinagoga, debemos sumar el abandono de siglos y la deformación de buena parte de sus elementos originales. A mediados del siglo XIX el monumento sufrió una profunda restauración que, quizás, no se hizo con el mejor de los criterios, como os contaremos en un próximo artículo.
Los posibles orígenes de Santa María la Blanca
A pesar de todo lo expuesto anteriormente, existen dos opiniones mayoritarias sobre el origen de Santa María la Blanca. La propia página web del monumento las recoge.
Por un lado, algunos destacados hebraístas como Cantera Burgos, Elie Lambert o Cecil Roth afirmaron hace ya casi un siglo que debió tratarse de la sinagoga Nueva. Según referencias tomadas en inscripciones ajenas al edificio, fue construida por Yosef ben Sosán. Yosef ben Sosán fue una figura destacada de la corte del rey Alfonso VIII de Castilla como almojarife mayor - es decir, tesorero real - y nasi. O dicho de otra manera, príncipe de los judíos del reino de Castilla. La muerte de este personaje se produjo hacia 1205 y es, precisamente, a través de la inscripción de su lápida sepulcral como se conoce su relación con la sinagoga Nueva: “Sobre el monumento del perfecto sabio, el caudillo rabí Yosef ben Sosán, el que ha edificado la nueva sinagoga…” Esto fijaría la cronología de la sinagoga de Santa María la Blanca a finales del siglo XII, en el caso de que ésta fuese realmente la sinagoga Nueva.
Por otro lado, algunos historiadores como Amador de los Ríos y Leopoldo Torres Balbás se mostraron convencidos de que, en realidad, estamos ante la llamada sinagoga Mayor. A día de hoy esta hipótesis tiene una aceptación mayoritaria a pesar de que con el paso de las décadas no se ha encontrado ninguna evidencia arqueológica ni documental que haya hecho declinar la balanza en favor de esta posibilidad. Cabe destacar que Elie Lambert, en el artículo Synagogues de Tolede cita una carta del Cardenal Cisneros en laque afirma que los Reyes Católicos habían prometido a la Orden de Calatrava la cesión de la sinagoga Mayor de Toledo. En ese momento hacía más de ochenta años que Santa María la Blanca era una iglesia, lo que sería un argumento en contra de su identificación como sinagoga Mayor. No obstante, otros historiadores como Óscar Monterreal, en su tesis La Judería de Toledo en la Edad Media consideran que la carta se refiere a la Sinagoga del Tránsito, que efectivamente fue cedida a la Orden de Calatrava.
A pesar de la falta de certezas en cuanto a la edificación de la sinagoga, bajo el epígrafe “Hipótesis entorno a su origen” la propia página web del monumento nos cuenta lo siguiente:
“la mayoría de los estudiosos hoy, basándose en la arquitectura grandiosa del edificio y en los resultados de la arqueología afirman que estamos ante la Sinagoga Mayor de la judería toledana, construida a finales del siglo XII por Abraham Ibn Alfache, consejero y embajador de Alfonso VIII, monarca de abierta simpatía hacia los judíos, y que fue reconstruida tras un incendio en 1250”.
Este párrafo, cuyo autor y fuentes no constan en ninguna parte, ha sido replicado en miles de blogs y páginas web. Se ha convertido en una suerte de versión oficial en contra de la cual se pueden hacer varias objeciones. Para empezar, la grandiosidad del monumento no es evidencia suficiente para adjudicarle el título de sinagoga Mayor. Evidentemente, no sabemos cómo de grandiosas pudieron ser las sinagogas que desaparecieron. En segundo lugar, sin ser quien escribe este artículo conocedor de la lengua hebrea, a todas luces parece que aquí se ha cometido un error de transcripción. Abraham Ibn Alfache no existe. En realidad se trata de Abraham Ibn Alfajar, personaje que, efectivamente, formó parte de la corte de Alfonso VIII y que en absolutamente ningún lugar, aparte de la página web del monumento, es mencionado como Alfache. Lo anteriormente dicho sería irrelevante si no fuese porque este texto de la página web oficial del monumento es la principal fuente de información de muchos de los guías que lo explican.
La relación de este Abraham Ibn Alfajar con la construcción de una sinagoga denominada “Mayor” proviene del historiador y arqueólogo granadino Manuel Gómez-Moreno. En 1916 publicó la obra Arte mudéjar toledano y apunta, sin mencionar las fuentes, a que “la tradición judaica parece atestiguar que fue construido por el privado de Alfonso VIII, Ibrahim, hijo de Aljafer [sic], a fines del siglo XII”. Eso es todo. Parece poco fundado que Santa María la Blanca fuese la sinagoga Mayor porque, según Gómez-Moreno, “lo atestigua la tradición judaica”.
No obstante, la hipótesis de la intervención de Abraham Ibn Alfajar en la construcción de Santa María la Blanca parece, a priori, tener bastante sentido. Según León Tello, este personaje fue embajador del rey Alfonso VIII de Castilla y, como tal, visitó al califa almohade Abu Yúsuf Yaacub al-Mansur. Se deduce que pudo existir cierto intercambio artístico y cultural entre el reino de Castilla y el imperio almohade. Esto explicaría el hecho de que Santa María la Blanca cuente con una decoración inconfundiblemente almohade, lo cual ha sido minuciosamente analizado por Natascha Kubisch en su artículo La influencia del arte almohade en Toledo: Santa María la Blanca.
Esta influencia se deja notar especialmente en las yeserías, los medallones y en las conchas. Elementos encontrados en la mezquita de Tinmal, cuna del imperio almohade, entre otras mezquitas almohades situadas en Marruecos. No obstante, existen algunos detalles como los atauriques - nombre que recibe la decoración vegetal - que no son propios del arte almohade, sino del nazarí, posterior en el tiempo. Por esto, Kubisch afirma que “la decoración de Santa María la Blanca es un poco más avanzada que el arte almohade” y “es un monumento clave dentro de la evolución del arte hispanomusulmán, porque documenta la transición del arte almohade al arte nazarí”. Dicho de otra manera, basándonos en los detalles decorativos del edificio, la construcción de la sinagoga se alejaría, y mucho, del tan repetido año 1180, y se acercaría más al año 1300.
Si seguimos recabando más testimonios a este respecto, Ana María López Álvarez y Santiago Palomero, antiguos directores del Museo Sefardí de Toledo, también mostraron en la obra colectiva La vida judía en Sefarad una opinión contraria a que la sinagoga se levantase en el siglo XII. Afirman que es preciso replantearse “la concepción global de un monumento tan difícil de valorar debido a su compleja historia, que va desde los oscuros orígenes de sus cimientos a la posterior construcción de una sinagoga de la que desconocemos su nombre y que debió realizarse a finales del siglo XIII”.
El que fuera profesor de Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid, Juan Carlos Ruiz Souza fue aún más allá. En la obra colectiva Memoria de Sefarad expuso que “retrasamos la decoración de dicha sinagoga, y también su construcción, al siglo XIV, y no a sus primeros momentos”. Para sustentar esta hipótesis el autor se basa fundamentalmente en tres aspectos.
- Los pilares de la sinagoga son octogonales u ochavados, mientras que los de las mezquitas almohades suelen ser cuadrangulares. La existencia de pilares de ocho lados es muy común en los siglos XIV y XV. Lo demuestra su presencia en los monasterios de Guadalupe y del Parral, ambos del siglo XV. O también en construcciones toledanas como la casa del Conde Esteban, el patio del convento de Santa Isabel y, cómo olvidarlo, el patio del palacio de Fuensalida.
- Souza igualmente propone que los medallones con una decoración tan compleja son inexistentes en la arquitectura almohade, pero son abundantes en el siglo XIV.
- Para finalizar, los capiteles con piñas separadas de la cesta, en su opinión, son impropios para la cronología que tradicionalmente se propone para la sinagoga.
Por todo lo anteriormente dicho, este profesor destaca las semejanzas “asombrosas” que existen entre Santa María la Blanca y la arquitectura meriní de Marruecos. Principalmente en Fez, Meknés y Salé, donde se pueden encontrar elementos muy similares a los toledanos. En definitiva, esto vendría a poner nombre a esa transición del arte almohade al arte nazarí de la que hablaba Kubisch.
Como hemos podido comprobar hasta ahora, la bibliografía sobre Santa María la Blanca es un auténtico rompecabezas. Imagínate explicar esto en nuestras visitas guiadas por Toledo. A pesar de tantas posturas dispares que tratamos de aclarar, existen puntos en común que, en nuestra opinión, parecen tener bastante solidez. Dicho lo cual, el profesor Souza parece tirar del hilo que ya dejó suelto en 1905 Amador de los Ríos en su magna obra Monumentos Arquitectónicos de España. En ella sospechaba que “es obra reconstruida acaso en los días de Pedro I de Castilla, y monumento cuya antigüedad no puede ser más allá remontada de la segunda mitad del siglo XIV, lo cual no impide que la reconstrucción hubiera sido hecha sobre el primitivo templo, que pudo ser labrado en los días de don Alfonso el Sabio”.
Esto último es fundamental. Apunta a una posible reconstrucción de una sinagoga anterior, hipótesis repetida por parte de numerosos autores y que, como ya vimos, recoge la propia página web del monumento. Dicho en pocas palabras. Es ampliamente repetido que la sinagoga fue construida por Abraham Ibn Alfajar en 1180, sufriendo un devastador incendio en 1250. Por ello, fue posteriormente reconstruida. Esto parece dar sentido de manera definitiva a la contradicción de que un edificio de 1180 tenga decoración, al menos, cien años posterior.
¿Se acabó el misterio del origen de Santa María la Blanca?
A nuestro modo de ver, el misterio está más vivo que nunca. Y es que todavía no hemos hablado de la evidencia más incontestable y, al mismo tiempo, menos tenida en cuenta de todo lo que se sabe sobre la sinagoga. Nos referimos a la excavación arqueológica que tuvo lugar entre 1987 y 1988. De ser cierto que el edificio se quemó y se volvió a levantar de nuevo, existirían pruebas irrefutables en el subsuelo. De hecho, la anteriormente mencionada Teresa Pérez Higuera se mostraba esperanzada en su artículo sobre la sinagoga contenido en la obra Arquitecturas de Toledo de que los resultados de la excavación arqueológica resolviesen de una vez por todas las dudas sobre la cronología del edificio.
Pero ¡oh, sorpresa! Esto, sencillamente, no ha ocurrido. El propio arqueólogo encargado de las excavaciones, Germán Prieto Vázquez, relata que “en toda el área excavada no se hallaron datos que puedan relacionarse con las huellas de un incendio, ni en lo que se refiere a los estratos horizontales, ni a los verticales”. Y no porque se excavase solamente una parte de la sinagoga. Se excavó todo el interior del edificio y una franja de cuatro metros a los pies de la fachada occidental. En la obra colectiva El legado material hispanojudío Germán Prieto sentencia: “la excavación del subsuelo de la sinagoga no ha proporcionado indicios relacionados con fases constructivas que nos permitan afirmar que el edificio actual sea el producto de la reconstrucción o de la reforma de una edificación más antigua” y “las únicas reformas que sufre el edificio son las que se producen después de que sea transformado en templo cristiano”.
Sin embargo, no podemos pasar por alto el hecho de que sí se hallaron vestigios de edificaciones más antiguas bajo la sinagoga. Desde luego Toledo es una caja de sorpresas. Ya sea en esta excavación o en otras llevadas a cabo en otros puntos de la ciudad, raro es que no aparezcan restos arqueológicos. De hecho, ponemos en valor este aspecto de la ciudad en la visita guiada por el Toledo subterráneo.
Concretamente en la excavación de la sinagoga se hallaron restos de muros con una orientación norte-sur, es decir, transversales a los cimientos de la sinagoga, orientada este-oeste. Así es como las sinagogas se construyen, con el muro principal orientado hacia Jerusalén. Por lo tanto, no puede existir relación alguna entre esta edificación anterior con la sinagoga que posteriormente se construyó sobre ella pues, sencillamente, no estaba orientada hacia el este. El arqueólogo identifica los restos con una posible vivienda.
Algunos de estos muros todavía conservaban zócalos decorados con almagre cuyos paralelos formales más cercanos se encuentran en la Torre de Hércules de Segovia y en el Castillo de Brihuega, con cronologías entre finales del siglo XII y mediados del siglo XIII. Así pues, la datación de los muros coincidiría con la cronología que tradicionalmente se ha dado para la construcción de la sinagoga y, como es evidente, no puede existir encima algo más antiguo que lo que está debajo. A esto hay que sumar que cuando se construyó la sinagoga ya hacía tiempo que el edificio había sido abandonado, por lo que las pinturas de los zócalos serían varias décadas más antiguas que la sinagoga. No obstante, Germán Prieto acepta la posibilidad de que las pinturas sean anteriores a las de Segovia y Brihuega. Sería posible, por tanto, que Santa María la Blanca se levantase en la segunda mitad del siglo XIII.
Después de todo, puede que algún día se encuentre alguna prueba de que esta fue la sinagoga Mayor. Pero el hecho de que no se hallasen evidencias de un incendio ni de una reconstrucción posterior lo niega casi definitivamente.
Para terminar, una reflexión
En conclusión, puede parecer irrelevante que la sinagoga se levantase unas décadas antes o después. No lo es en absoluto. Su datación en base a su decoración parcialmente almohade es el único argumento que sustenta su identificación como la sinagoga Mayor, que a su vez, como ya vimos, está relacionada con una serie de testimonios literarios cuanto menos cuestionables. Y esto lo cambia todo. No es lo mismo decir que en Toledo conservamos la sinagoga Mayor de la principal comunidad judía de Castilla que decir que, en realidad, no sabemos casi nada sobre la sinagoga. El turismo se alimenta de afirmaciones grandilocuentes y de hechos incontrovertibles. Muy poco le gustan los vacíos documentales y las hipótesis. Y, por supuesto, cuanto más antiguo, más impresionante. Como si esto se tratase de una competición por ver quién tiene la sinagoga más antigua y que así sirva para engrandecer la imagen de la ciudad. De ahí que en los folletos turísticos se hable de sinagoga Mayor, cuando en realidad la deberíamos llamar la sinagoga desconocida.
Expuesto todo lo anterior, te animamos a que cojas tu mochila, un buen calzado y tu cámara de fotos para visitar esta gran desconocida de nuestra mano.