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¿Eres de esos turistas que se llevan de vuelta a casa un recuerdo típico del lugar de vacaciones? ¿O un regalo para mamá y papá por haberse quedado con los niños? Entonces este texto sobre la artesanía de Toledo te interesa.
Hay numerosas opciones si te preguntas qué ver en Toledo (enlace a 15 imprescindibles). Entre monumentos, rutas para hacer las que quieras y más, senderismo, tirolina… y por supuesto, irse de tiendas. Los artículos artesanos que se venden en los comercios de la ciudad de Toledo son los damasquinados, las espadas y los mazapanes. Productos de referencia tanto para toledanos como visitantes. ¿Por qué son tan especiales? Sigue leyendo. A continuación te explicamos las razones que han hecho tan famosos estos productos en la Ciudad Imperial.
El Damasquinado, laborioso lujo artesano (Actualizado octubre 2022)
El damasquinado es una técnica artesanal consistente en incrustar metales preciosos formando dibujos en una base de hierro o acero. Luego se pavona. Es decir, se sumerge en una solución alcalina caliente que genera una capa superficial de magnetita y óxido ferroso-diférrico en el metal. Así se mejora su aspecto y ayuda a su conservación. Esto sirve para que adquiera un color negruzco aterciopelado que contrastará vívidamente con los dibujos efectuados en oro o plata. Metales preciosos que no se ven afectados por dicho oscurecimiento.
Estas labores de incrustación se conocen desde la Antigüedad. Sin embargo, son los musulmanes los que la empleen con notable profusión introduciéndola en Al-Ándalus. Desde la ciudad siria de Damasco es desde donde se difunde esta técnica. De ahí el nombre por el que se reconoce internacionalmente.
Los musulmanes llamaban a este procedimiento con la palabra árabe at-tawsiya (“adornar”). Después el castellano derivó en ataujía y con el tiempo, se ha impuesto la denominación de damasquinado.
Para la incrustación se coloca la pieza de metal que se va a engalanar en un taco de madera mediante una sustancia pegajosa. Ésta una vez se seca, se endurece. A su vez el taco se fija en el tornillo de una bola metálica que asienta sobre una pieza triangular de madera. Se permite así que dicha esfera pueda ser colocada en cualquier posición, facilitando con ello el trabajo. Esta bola se conoce habitualmente como bala ya que antaño se solía confeccionar con una bala de cañón desechada.
Sobre el metal y con una cuchilla muy fina, casi un bisturí, se practica una pequeña retícula con hendiduras que se cruzan en tres direcciones. Esta operación se conoce como picado. Después, se va introduciendo en esas acanaladuras hilo de oro o plata de cuatro micras de grosor. No cualquiera, de la mayor calidad, 18 o 24 quilates. A continuación se forman dibujos y se cierran sobre ellos las rebabas de las hendiduras con la ayuda de un buril y un martillo para que quede bien prendido.
Tras confeccionar el dibujo se procede al ya citado pavonado de la pieza y, conseguido el contraste entre fondo y figura, el artesano termina la obra bruñendo determinadas zonas del oro. De esta forma se las da un mayor brillo, quedando las zonas no afectadas por esta operación como si estuvieran en sombra. Se crea una mayor volumetría en la pieza.
Si quieres ver como se lleva a cabo este “trabajo de chinos” te recomendamos la visualización de este video.
¡Qué laborioso! ¿No te parece? De ahí que sea un artículo tan solicitado por quienes nos visitan.
Como curiosidad, fue una labor muy empleada por los cristianos en la ornamentación de espadas y armaduras. A partir del siglo XVII cayó en desuso. Por ejemplo esta decoración se aprecia en la armadura de gala que luce el señor de Orgaz en el famoso cuadro del Greco. ¿Sabes de cual hablamos? Por si acaso sigue este enlace donde te hablamos un poco más de él. ¿Quieres verlo en persona ya que estás en la ciudad? En la ruta de la pulsera turística de Toledo te contamos con todo lujo de detalles los secretos del cuadro.
Tras la fundación de la Real Fábrica de Arma Blanca de Toledo se tiene noticia de que, en el siglo XIX, las espadas producidas aquí debían ser enviadas a Éibar. Allí fueron ornamentadas mediante este procedimiento gracias a Eusebio Zuloaga (padre del pintor) y su hijo Plácido. Los encargados de recuperar en su día este tipo de labor.
Finalmente, en 1875, damasquinadores de Éibar se trasladaron a Toledo para enseñar la técnica a los trabajadores toledanos y así solventar los retrasos que suponía enviar las piezas a la ciudad vasca para su ornato. De esta manera la técnica volvió a la capital manchega, donde se ha desarrollado hasta el punto de llegar a eclipsar a la de Éibar. Por cierto que en el norte se encuentra prácticamente desaparecida.
Los diseños tradicionales presentan dibujos de ataurique (elementos vegetales) o lacería (líneas que se cruzan formando dibujos geométricos). Recuerda que los musulmanes eran iconoclastas y no solían representar figuras humanas o de animales. Hoy día, se pueden encontrar también con ese tipo de representaciones figurativas.
Este tipo de trabajos puede embellecer armas, platos ornamentales, artículos de joyería o algunos elementos propios de la cultura judía como lo es la mezuzá. Se trata de una pequeña caja que se clavaba en las jambas de las puertas de los hogares hebreos y que contenía un pequeño papel con unos versículos para la bendición de la casa. Lo cierto es que el mundo judío está lleno de tradiciones y rituales curiosos para muchos. Aquí te hablamos brevemente de la historia del pueblo judío.
Ahora que ya te hemos explicado la técnica ¡mucho ojo! No te den gato por liebre. No es lo mismo el damasquinado hecho con martillo y buril que uno producido de forma industrial mediante una máquina que estampa en segundos el dibujo.
¿Cuál es una buena referencia para saber cómo se ha fabricado el damasquinado? Fíjate en el escaparate del establecimiento donde lo vas a comprar. Las tiendas que producen damasquinado hecho a mano suelen lucir una de esas bolas asentadas en un marco triangular de madera sobre la que se trabaja la pieza. Incluso te pueden hacer una pequeña demostración de como se realizan las incrustaciones. Cuestión muy curiosa de ver en directo y que te ayudará a valorar esta laboriosa técnica.
Las espadas toledanas, hasta en el cine (Actualizado diciembre 2022)
Gran fama tuvieron las espadas producidas en Hispania ya en tiempos del Imperio Romano. Los romanos, precisamente, copiaron el “gladius hispaniensis” como arma reglamentaria para su ejército.
Según Diodoro Sículo, el nombre de espada deriva de la voz céltico-española “spatha”. Y Tito Livio dice que “la falange macedónica se sobrecogió de espanto al ver los efectos causados por las espadas españolas, pues acostumbrados a combatir con los griegos e ilirios, no habían visto nunca separados los troncos, los brazos y las cabezas como sucedía con aquellas espadas de hoja ancha, larga y puntiaguda y con dos filos”.
Pocas referencias hay de esta industria toledana anteriores a los siglos XV y XVI. Ya en ese siglo XVI, gran fama llega a alcanzar la saga familiar de espaderos de los Sahagún, con taller en Toledo. Tal era la calidad de sus hojas que hasta Lope de Vega en su obra Las Flores de Don Juan se hace eco de ellas:
Espadero - ¡Vive Dios que es un diamante!
Alonso - Aun el diamante es común
Que espada de Sahagún,
No ha de tener semejante
Precisamente los siglos XVI y XVII van a ser los siglos dorados de la espadería toledana. En esas fechas, una espada fabricada en Toledo era un producto de lujo muy valorado por su temple, que confería al arma el grado justo de dureza y flexibilidad. Algunos lo atribuían a las calidades del agua del Tajo con el que se enfriaba la hoja.
Una espada demasiado dura se quiebra cuando choca con otra y una demasiado flexible se dobla. En el punto medio estaba la virtud. También contribuía a este equilibrio entre dureza y flexibilidad el que el interior de la espada fuera de hierro dulce, revestido de dos láminas de acero que era el material más expuesto al endurecimiento producido por el temple.
Será Carlos III en 1761 quien resucitará la industria. Encomendó a don Luis de Urbina reunir en una sola fábrica a los maestros espaderos de Toledo. Pero se encontró con que en la ciudad no había nadie que mereciera tal título, por lo que recurrió al valenciano Luis Calixto. Este octogenario, a las órdenes del Capitán de Caballería don Miguel San Gil, organizó la primitiva Real Fábrica de Arma Blanca de Toledo. Se encontraba en un inmueble de la actual calle Núñez de Arce mientras Sabatini construía el edificio al que se trasladaron en 1781.
La espada más característica producida en Toledo era la “ropera o de cazoleta”. Se trata de un arma de hoja recta con doble filo que solía rondar el metro diez centímetros de longitud. Pesaba algo más de un kilogramo y se esgrimía con una sola mano. Su guarnición contaba con unos gavilanes y una cazoleta que protegían la mano. En ocasiones este guardamano se complicaba con el añadido de lazos que se entrecruzaban, conchas ornamentales (típicamente españolas)… La cazoleta también se podía calar, damasquinar u ornamentar mediante incrustación de piedras preciosas o semipreciosas.
La ropera solía combinarse con el uso de una daga cuyo diseño iba siempre en consonancia con el de la espada.
Pese a contar con un doble filo se trataba, sobre todo, de un arma de estoque. Su longitud estaba más o menos reglamentada para que no supusiera una ventaja para alguno de los contendientes. Todo se regía por un código del honor implícito a la nobleza de los combatientes. En muchos aspectos, eran tiempos más nobles que los actuales. Para revivir un verdadero duelo con las armas que se empleaban, puede ser un buen extra a añadir en tu visita privada a Toledo con tu grupo de amigos, del trabajo o familiares.
Hoy día la fama de las espadas toledanas ha sido impulsada gracias al cine. Son muchos los que vienen a comprar espadas de Braveheart, de Mel Gibson; Gladiator, de Ridley Scott; Conan El Bárbaro, de John Milius; Juego de Tronos; o las archiconocidas sagas de Peter Jackson de El Señor de los Anillos y el Hobbit. Lo que no quiere decir que se diseñaran y fabricaran en Toledo exprofeso para dichas películas y series.
En los siglos XVI y XVII adquirir una espada toledana era un lujo que sólo se podían permitir los más altos estratos de la sociedad. En la actualidad están al alcance de cualquiera. Ningún friki que se precie puede resistirse a llevarse alguna de estas reproducciones de película a su casa como recuerdo de su paso por Toledo. ¿O es que no eres lo suficientemente friki? Ya te imagino con una claymore escocesa en alto gritando aquello de: ¡¡¡¡Por la libertaaaaad!!!!
Bien es verdad que pocos talleres producen espadas hechas a mano si no es por encargo previo. En este sentido, la fragua de Mariano Zamorano resulta el último reducto artesano de este oficio que tanta fama ha dado a nuestra ciudad.
Si no tienes tanta prisa por blandir el arma y te puedes permitir un tiempo de espera para conseguir un acero completamente personalizado, el artesano-espadero toledano Adrián Polonio confecciona primorosas espadas por encargo. Además, desde la Asociación Cultural Esgrima Antigua de Toledo y la Asociación Cultural Domini Ferro, en las que se integra, realiza una labor de difusión de ese noble arte de cruzar metales mortales con honor y con conocimiento histórico. Ya te lo anunciamos más arriba. Una exhibición de esgrima histórica puede ser el plan perfecto para rematar un tour por el Toledo nocturno.
El mazapán, también tiene su leyenda (Actualizado diciembre 2022)
Una leyenda muy arraigada en Toledo cuenta que, en una época de carestía de cereales, las monjas del monasterio de San Clemente de Toledo utilizaron los únicos elementos que tenían a su disposición: almendras y azúcar. Con ellos elaboraron una masa sustitutiva del pan que trabajaron con una maza de madera. De aquí su nombre, como podrás imaginar: “pan de maza” se convierte en “mazapán”.
Los venecianos también se apuntan a ser los inventores del producto. Lo llaman “marzapane”, “pan de San Marcos”, en clara referencia a su santo protector. Las ciudades alemanas de Lübeck y Königsberg también se arrogan el invento. Como verás, su origen está muy disputado.
Lo cierto es que este producto tiene todas las trazas de haber sido inventado por los musulmanes, muy duchos en la elaboración de repostería hecha con frutos secos, azúcar, melazas…
Según señala Luis Moreno Nieto, hay bastante unidad entre los filólogos en que el término proviene de la voz árabe “mahsaban”, que significa “dulce”. Otros defienden que el vocablo viene de “massa al barán”, que significa “suerte de afuera”. Y otros, incluso, de “mauhaban”, “rey sentado”. Esto vendría ya que, al parecer, algunos de los primeros dulces de mazapán producidos en Toledo llevaban impresa la figura de un rey entronizado. Se conseguía aplicando a la masa una moneda con tal figura antes de su cocción. Tal vez esta costumbre fuera ya cristiana ya que los musulmanes, como ya hemos dicho, eran iconoclastas y no solían representar figuras humanas.
El hecho de que el escudo de Toledo cuente con dos emperadores entronizados ayuda a enraizar, todavía más si cabe, este producto con nuestra tierra, aunque no esté probada para nada esta relación.
Cuestiones etimológicas aparte, parece que este dulce se utilizó como alimento de campaña por su bajo peso. Permitía su cómodo transporte, su fácil conservación y por ser muy energético debido al fruto seco y al azúcar con que está compuesto.
Algunos han elucubrado sobre la tradición de confeccionar habitualmente el mazapán con forma de pez. Incluso hay una conocida marca de mazapanes de Sonseca, en la provincia, que lleva el nombre de “Peces”. Esas elucubraciones aluden a la costumbre judía de no comer pescado sin escamas por no ser un producto kosher (lo que en hebreo significa apropiado, apto o correcto).
Supuestamente sería una forma de restringir su consumo a la población que profesara esta religión en momentos de malas relaciones con la comunidad hebrea. Pero esto, aunque sea una interpretación interesante para explicar esta recurrente forma, no está probado.
Sí es cierto que en Toledo continúa la tradición de dar forma de pez a los mazapanes, e incluso de anguila. Un pescado que abundó en el Tajo en épocas pasadas y que carece de escamas, por lo que no sería un producto kosher para la comunidad hebrea. Eso sí, las anguilas que se producen en la actualidad portan abundantes escamas como elemento decorativo. A decir verdad, más asemejan a dragones que a anguilas.
En 1613-1614 los confiteros toledanos se constituyen en gremio y, según Herrera, sus tiendas se establecieron en la actual Calle Martín Gamero, muy próxima a la Plaza Mayor. En esta plaza se vendían productos frescos como bien saben los que nos acompañan a verla en el mejor free tour de Toledo. Juan Morales afirma que en 1616 esta calle se denominó Calle de la Confitería.
Desde el año 2002, el producto toledano está amparado por una Indicación Geográfica Protegida (IGP) que incluye a toda la provincia, no solo a la capital. En España, solamente el mazapán de Soto, en la Rioja, y el de Toledo tienen esta denominación que certifica su máxima calidad.
Las almendras son el principal ingrediente del "mazapán de Toledo", representando como mínimo un 50% del peso total del producto. Deben ser variedades dulces, repeladas y con un contenido mínimo de materia grasa del 50%. Por lo que el producto final (sumado el resto de ingredientes) tendrá un contenido mínimo de materia grasa del 26%, consecuente con el porcentaje mínimo requerido de almendras y el contenido mínimo de materia grasa de éstas.
En la actualidad, son muchos los obradores y conventos que producen mazapán. De hecho, en este tour por Toledo de noche pasamos por la zona conventual donde podrás echar el ojo a aquellos conventos que los venden. Así que no se te ocurra irte de Toledo sin probar este manjar.
Sobre estas cuestiones artesanas y otros muchos temas de la historia, el arte y la cultura (material e inmaterial) de nuestra ciudad hablamos ampliamente en esta visita guiada. Un free tour por Toledo perfecto para aprovechar tu tiempo al máximo.