¿Cuál es el barrio que más interés suscita entre los turistas de Toledo? Sin duda alguna, el barrio de la judería. Para unos, por sus más lejanas raíces y para otros, es la curiosidad que despierta lo desconocido.
Aunque los judíos habitaron Toledo a lo largo de once siglos, ¿no te resulta una comunidad casi desconocida y difícil de entender?
Esto tiene fácil solución para Toledo a pie. Te vamos a ir compartiendo en nuestro blog varios artículos con los que puedas conocer mejor la cultura hebrea y sus costumbres, y mostrarte lo que, de su paso por nuestra ciudad, ha quedado en la famosa judería.
Pero empecemos por el principio: el relato bíblico sobre los orígenes del pueblo judío, su posterior llegada a Hispania y su expulsión.
¿Cómo te suena? Pues vamos allá.
Para encontrar el origen del pueblo judío debemos viajar con nuestra mente a la zona conocida como el Creciente Fértil, una zona rodeada por mares y desiertos y regada por los ríos Tigris y Éufrates en Mesopotamia, el Jordán en el país de Canaán y el Nilo en Egipto. Este es el lugar del mundo en el que nacieron las primeras civilizaciones, que dieron lugar a la invención de la escritura… Y donde se constituyó el pueblo hebreo. Por tanto, su origen se encuentra entre los pueblos nómadas que conquistaron y habitaron Canaán a mediados del segundo milenio a.C.
Hasta aquí, seguro que todo esto te suena de tus clases de historia antigua, ¿verdad? Sigamos.
El origen tradicional del pueblo judío se encuentra en los patriarcas bíblicos: Abraham, Isaac y Jacob. Hay que tener en cuenta que la Biblia no solo es un texto religioso sino que también es considerada una fuente que ofrece indicios históricos y arqueológicos sobre el origen del pueblo hebreo. En este sentido, debemos destacar los cinco primeros libros de la Biblia, es decir, la Torá, conocido por los cristianos como el Pentateuco: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.
La Biblia narra cómo Abraham fue elegido por Dios, estableciendo con él y sus descendientes una alianza eterna: la promesa deentregarle todo el país de Canaán en posesión perpetua, a cambio del reconocimiento como su Dios.
Jacob (Israel según el nombre de Dios), nieto de Abraham y Sara, hijo de Isaac, en Egipto tuvo doce hijos que dieron lugar a las doce tribus de Israel.
Seguro que conoces el famoso relato de la Biblia —incluído en el Éxodo— e incluso, es probable, que hayas visto alguna de las muchas películas que narran las diez plagas de Egipto. Tras años de esclavitud, Moisés libera a su pueblo y después de pasar 90 días vagando por el desierto, sube al monte Sinaí donde recibe de Dios las tablas de la ley con los diez mandamientos, consagrando con ello al pueblo judío y constituyendo el núcleo esencial del judaísmo.
Tras construir el arca de la alianza para guardar las tablas de la ley y vagar durante cuarenta años por el desierto, los hebreos comenzaron a ocupar la tierra prometida, Canaán. Y a repartirse esta tierra entre las doce tribus, llamadas según el nombre de cada hijo de Jacob que las lideraba. Entre ellas se encontraba la tribu de Judá, del que procede el término judío (del latin “Iudaeus”, latinización a su vez del arameo “Yhudai”), que sirve para designar al reino de Judá o a los miembros de la tribu de Judá.
Comenzó después una etapa de la historia en la que aparecen personajes muy conocidos como el primer rey Saúl, a quien sucedió David, un rey guerrero que unificó a las doce tribus y conquistó Jerusalén, haciendo de ella la capital de su reino. En esta ciudad es donde, según el relato bíblico, se instaló el arca de la alianza, símbolo de la presencia divina, convirtiendo esta urbe en el centro del culto para todas las tribus.
Más tarde, su hijo el famoso y sabio rey Salomón manda construir el primer templo de Jerusalén, con el fin de atesorar el arca mencionada. Pero su hijo y sucesor Roboam no consiguió mantener la unidad de las tribus que se volvieron a dividir, ahora en dos: al norte el reino de Israel y al sur Judá con capital en Jerusalén.
Pasado el tiempo, el poderoso imperio asirio invadió el reino de Israel en el año 720 a.C. Tras esto desaparecieron diez de las doce tribus en el desierto, mientras que dos de ellas, la tribu de Benjamín y la de Judá se mantuvieron.
¿A qué acontecimiento deben los judíos ese sentimiento de hermanamiento, hijos de un mismo pueblo, sin tierra propia?
Tras la ocupación babilónica en el 586 a.C del reino de Judá, el rey Nabucodonosor ordena atacar Jerusalén. Se produce una gran matanza y el primer templo fue arrasado. Esto unió más aún a los judíos
Pero aún les esperaba un nuevo giro de los acontecimientos a los judíos. Durante la segunda mitad del siglo VI a.C, el imperio neobabilonio se debilita y ahora son los persas quienes se apropian de sus dominios, donde estaban los desterrados de Judá. En el año 538 a.C el rey aqueménida Ciro II el Grande permitió a los hebreos volver a Judá y reconstruir, parcialmente, el gran templo de Jerusalén.
Pues, lamentablemente, no.
Tras la conquista de Jerusalén por el general romano Pompeyo, etapa muy convulsa, se produce el nombramiento del rey de los judíos en el 48 a.C, Herodes Agripa, que amplio el templo, el cual fue destruido por los romanos en el 70 d.C en respuesta a las revueltas judías, iniciándose su éxodo, conocido como diáspora. Lo único que se conserva hoy del 2º templo es el famoso muro de las lamentaciones.
Aunque la tradición ha intentado situar a los hebreos en la península ibérica en épocas tan remotas como el siglo XI a.C., en relación con los intercambios comerciales del rey Salomón con la cultura tartésica del suroeste español, esto no se ha podido demostrar.
Otras tradiciones retrasan la llegada de los judíos a Hispania al año 586 a.C., como resultado de la conquista de Jerusalén por parte de Nabucodonosor. Sin embargo, diversos autores lo consideran un relato legendario forjado para exculpar a los judíos españoles de la muerte de Jesús, en el contexto de las persecuciones antisemitas acaecidas durante la Edad Media.
La arqueología nos brinda ciertas evidencias de la existencia de comunidades judías en la península ibérica en el siglo I d.C., que tres siglos después estaban plenamente integradas, pues en el concilio de Elvira —el primer concilio cristiano, celebrado en la Hispania romana en el siglo IV d.C.— se señala la existencia de matrimonios mixtos entre judíos y cristianos, o la costumbre de los cristianos de recibir la bendición rabínica para sus cosechas.
¿Y en Toledo?
La caída del imperio romano y la posterior creación del reino visigodo de Toledo cambió la situación para los judíos, convirtiéndose en una etapa de intolerancia hacia éstos, que se intensificó tras la conversión al catolicismo delrey Recaredo en el III Concilio de Toledo en el año 589. A partir de este momento los sucesivos reyes visigodos establecieron una serie de prohibiciones y leyes antijudías que produjeron la huida de familias judías hacia otras zonas.
Con la pérdida del reino visigodo a manos de los musulmanes en el año 711 la situación de la comunidad judía cambió de nuevo, experimentando una mejora de sus condiciones sociales y políticas respecto a la etapa anterior.
Se convierten ahora en colaboradores de la nueva autoridad islámica. Durante el periodo califal y hasta la llegada de los almorávides en el año 1090, las comunidades judías de Al-Ándalus obtuvieron la condición de religión protegida —con limitaciones legales por parte de los gobernantes musulmanes— conformándose este período como una auténtica edad de oro para la comunidad judía.
Pero ¿a qué se debía esta condición?
Desde finales del siglo VII d.C. las autoridades islámicas en Arabia habían establecido la diferencia entre idólatras y paganos, cuyas creencias y formas de vida estaban prohibidas y las religiones aceptables, que aunque se consideraban inferiores al islam, podían contar con la tolerancia y protección de las autoridades, los llamados pueblos del libro o Dhimmis, entre los que se encontraban los judíos.
Pero, de nuevo, la situación cambió para los judíos tras la fragmentación del Califato de Córdoba en 1031 y la creación de los distintos reinos de Taifas. De la mano de la inestabilidad política se produjo una gran masacre de judíos en Granada en el año 1066.
La intolerancia religiosa alcanzó su grado máximo con la llegada de almorávides y almohades, especialmente con estos últimos, puesto que no reconocían la figura legal del Dhinmi, abogando por la persecución religiosa y por forzar su conversión al Islam. Esto hizo que muchas familias judías andalusíes huyeran hacia los reinos cristianos peninsulares, donde se adaptaron a las costumbres de cada lugar.
En los siglos XII y XIII algunos reyes cristianos reconocieron y protegieron con sus leyes a estas comunidades, pero con el tiempo las rivalidades religiosas y económicas, sobre todo con los poderes locales y la Iglesia , causaron momentos de tensión que acabaron por sembrar el rechazo. Se vive entonces un clima popular antijudío que es alimentado por predicadores itinerantes y por ejemplo de expulsión de los judíos en otros territorios como el reino de Francia en 1306.
Y así, con este clima de intolerancia religiosa y tensión social se llega al siglo XIV, en el que las distintas guerras civiles que enfrentan a los reinos cristianos de la península y la guerra de los cien años, así como la peste negra y el malestar social por todo ello causado, se materializa en la gran revuelta antijudía de 1391.
Con el tiempo aumentará esa tensión, y surgirá el “problema de los falsos conversos”, que fue duramente perseguido por parte de la Inquisición. Finalmente, el recelo hacia los judíos desembocará en su expulsión en 1492.
¿Cómo te quedas después de todo este recorrido por la historia?
Sí, lo sé, ahora quieres saber más sobre Toledo y el barrio donde vivieron durante siglos este pueblo. Tienes dos opciones, o esperar al siguiente artículo que ya estamos preparando para ti en este blog, o venir a pasear por Toledo en compañía de Toledo a pie y seguir descubriendo la historia de este pueblo en nuestra ciudad.
¿Qué eliges? 😉