Seguro que has escuchado muchas veces el apelativo de “Ciudad de las Tres Culturas” unido al nombre de Toledo, pero ¿qué da origen a este apelativo?
Según cuenta la historia esta ciudad fue albergue durante siglos de cristianos, judíos y musulmanes, que convivieron de forma pacífica, o eso dicen. La historia de la Humanidad se ha caracterizado siempre por la intolerancia religiosa, o peor aún: las guerras de religión. Los ejemplos son interminables, tanto que podemos considerarlo como la norma. Sin embargo, dicen, existió una excepción: el Toledo medieval, en el que supuestamente convivieron tres religiones en paz y armonía, por primera y última vez en la historia.
¿No creéis que es demasiado bonito para ser cierto? Efectivamente, no lo es.
La paternidad de esta romántica idea (la de las tres culturas) se la debemos al historiador Américo Castro, que en 1948 publicó España en su historia. Cristianos, moros y judíos, en la que consideraba que la esencia de lo español estaba en la convivencia de tres “castas”, la cristiana, la islámica y la judía. Aunque Castro se refería a toda la España medieval, Toledo ha desarrollado un especial apego por esta idea. Si bien los románticos del XIX ya pusieron en valor el pasado islámico de la ciudad, será a partir de los años 60 cuando se sume a los judíos a la ecuación, momento en que se creó el Museo Sefardí. Será a partir de los años 70 y 80 cuando el mito de las tres culturas en Toledo alcanzará su máximo apogeo, de la mano de la política y del turismo. No haríamos justicia a la Ciudad Imperial, (que recibe el nombre por ser la capital de Carlos I de España, V del sacro imperio romano-germánico), si no te recordásemos que tras sus murallas vas a encontrar una espectacular muestra de la historia española, desde Roma hasta hoy. Y no es un hecho cualquiera, pues ello le ha hecho merecedora de ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1986.
Seguro que te estarás preguntando: ¿en qué momento o época histórica comienza la supuesta convivencia entre cristianos, judíos y musulmanes?
Pues el primer momento en el que coinciden en Toledo las tres religiones (que no tres culturas) fue en el año 713 cuando los musulmanes llegaron a la ciudad, donde judíos y cristianos ya vivían desde hacía unos cuantos siglos.
Existen muchos apuntes históricos que señalan que la relación entre religiones no fue pacífica, como el altercado en el 1086 entre musulmanes y cristianos a causa de la conversión de la antigua mezquita Alhama en iglesia catedral. Otro ejemplo serían los fuegos de la Magdalena en 1467, cuando la frágil coexistencia entre judíos, conversos y cristianos viejos estalló por los aires. La chispa fue que los nobles estaban intentando derrocar a Enrique IV, un rey proclive a los conversos. Esta revuelta llevó a que familias, no sólo judías, sino también musulmanas, tuvieran que abandonar para siempre la ciudad. Y no podemos dejar de mencionar los pogromos sucedidos desde el siglo XIV o la famosa leyenda del Niño de la Guardia que llevó a la expulsión de los judios en 1492.
Por su parte, el profesor Ricardo Izquierdo en el artículo Los judíos de Toledo en el contexto de la ciudad concluye:
“Para el caso toledano y, por tanto, también para el castellano, puede resultar un tanto arriesgado admitir que existió una auténtica convivencia, al menos en el sentido de cofraternidad que este término debe de llevar implícito”.
Entonces, más que hablar de convivencia, podemos hablar de coexistencia, aunque no en pie de igualdad y no siempre pacífica, pero que nos ha dejado unos enormes frutos en lo cultural. Esta es la primera enseñanza que podemos resaltar de nuestro pasado: el contacto entre diferentes culturas y pueblos en la península Ibérica fue enriquecedor y tenemos un patrimonio cultural que no estaría completo sin su elemento musulmán y judío.
Aquí tienes una pequeña muestra de ese patrimonio que todavía puedes disfrutar en la ciudad:
Se constituyó como oratorio que se comunicaba directamente con la residencia de Samuel (situada donde se encuentra el Museo del Greco), aunque la sinagoga es la única estructura que ha sobrevivido y hoy alberga el Museo Sefardí.
No puedes dejar de visitar la antigua judería, alrededor de la calle Santo Tomé, es un paseo agradable que cuenta con un encanto increíble.