Puy du Fou España: Curiosidades de El Sueño de Toledo
27 de julio de 2023De puente a puente y tiro por que me lleva la corriente: San Martín
24 de agosto de 2023De puente a puente y tiro por que me lleva la corriente: Alcántara
¿Por qué existe Toledo? Menuda pregunta compleja para empezar. Pueden añadirse unas cuantas razones, pero sin duda, una de ellas, es el río. Desde la Antigüedad y a lo largo de la historia, cientos de ciudades se han ido configurando poco a poco cerca de una fuente de agua, imprescindible para la vida humana. Ya se llame río Tigris, Eúfrates, Nilo, Sena, Tormes o Tajo, son fundamentales y hay que cuidarlos.
El río Tajo concretamente es la razón de ser de Toledo. El que envuelve el peñón y proporcionó defensa y recursos para la ciudad que poco a poco iba gestándose sobre él desde tiempos inmemoriales. Un río al que, desgraciadamente, hoy día se le maltrata en ciertos aspectos. En otros, se le intenta potenciar por ejemplo creando una senda ecológica para disfrutar de su entorno. Recorrerla, sobre todo en los meses de menos calor, es un paseo agradable y una de las cosas que conocer en Toledo. Además, el entorno del Tajo también es ideal para alojarse si estás varios días.
A su paso por Toledo, el Tajo es atravesado por un total de seis puentes. Dos de ellos tienen la consideración de Bien de Interés Cultural: el Puente de Alcántara y el Puente de San Martín. A esos puentes súmale una pasarela colgante, la de Polvorines, una barca de pasaje y ¡¡hasta una tirolina!! (cuando escribimos este post, considerada la más larga de Europa en zona urbana). Aparte de los ya mencionados BIC, que serán objeto de este y otro artículo, las infraestructuras más importantes que cruzan el río son:
- El nuevo puente de Alcántara. A pocos metros aguas abajo del que va a ocupar el grueso de este artículo. Abierto en 1933, es el tercero más antiguo que tenemos en nuestra ciudad. Fue diseñado por Rafael Enríquez Ramírez de Cárdenas. Cuenta con 79 metros de largo, 15 metros sobre el nivel del río y un arco con una luz de 40,8 m. Recientemente se ha anunciado que se va a crear una pasarela peatonal aneja al puente acorde al Plan de Movilidad Urbana Sostenible de Toledo.
- El puente de la Cava fue inaugurado en 1976 dando solución al tránsito hacia el sur de la provincia y descargando de tráfico rodado al próximo puente de San Martín. Como ya señalamos en este post sobre el cine en Toledo en la película “Deseo” los dobles de Gary Cooper y Marlene Dietrich pasan por él montados en coche.
- El puente de Azarquiel fue abierto en 1984 constituyendo un paso más rectilíneo a la estación de trenes, al barrio de Santa Bárbara y al Polígono que el que proporcionaba el estrecho y sinuoso camino por el puente nuevo de Alcántara.
- El puente de la Peraleda. El primigenio entró en servicio en 1974, con la inauguración del Hospital Nacional de Parapléjicos. En 2010, con el fin de mejorar su utilidad y estética, el Estudio A.I.A. (Arquitectos Ingenieros Asociados – Sánchez de León-Fernández Roldán) añadió dos carriles y unas pasarelas colgantes segregadas del tráfico rodado por unos arcos inclinados hacia el interior que suponen el elemento más distintivo de la intervención.
- Por último, debemos mencionar la pasarela colgante que unía la Fábrica de Armas con los polvorines habilitados al otro lado del río como medida de seguridad (entre los parajes de Solanilla y el Ángel). Hubo una pasarela anterior, entre 1901 y 1947, que fue arrastrada por una crecida del Tajo acaecida el 6 de marzo de ese último año. La actual, que data de 2006, es obra de Estudio A.I.A.
Dejamos al margen del objeto de estudio puentes desaparecidos, como el de barcas que parece ser hubo en las inmediaciones del Torreón de la Cava y otros que no llegaron a materializarse, como el que pretendió unir la Academia de Infantería con el Alcázar de Toledo.
Existen proyectos desde hace décadas para la construcción de otra serie de puentes. El Plan de Ordenación Municipal de 2007 ya preveía la construcción de diez nuevos puentes, uno de los cuales uniría el barrio de Azucaica con el Polígono de Santa María de Benquerencia. Estos barrios están uno al lado del otro, pero separados por el curso fluvial. Para desplazarse entre ellos hay que recorrer un largo trayecto en coche que se minimizaría con la creación de esta infraestructura que, sin embargo, se ha aparcado por gobiernos municipales de uno y otro signo hasta la fecha.
En este artículo vamos a dedicarnos al puente más antiguo del que tenemos constancia en nuestra ciudad: el puente de Alcántara. ¡Al lío!
De puente a puente y tiro por que me lleva la corriente: Alcántara
Nombre árabe, construcción romana
Alcántara es un término que viene del árabe (القنطرة, al-qanṭarah) y que significa “el puente”. Cuando los toledanos llamamos a esta infraestructura tan significativa de nuestro patrimonio “el puente de Alcántara” realmente estamos diciendo “el puente del puente”. Somos un poquito redundantes ¿verdad?
Aunque el nombre es árabe, su construcción inicial data de los tiempos romanos. Estos expertos arquitectos levantaron este puente en esta zona del Tajo ya que en las inmediaciones el río presentaba un vado. Es decir, una zona de baja profundidad de sus aguas por donde se podía pasar con un contingente militar y dominar la zona. De hecho, era el único vado que presentaba el río en cientos de kilómetros a la redonda, lo que confería a nuestra ciudad una importancia estratégica decisiva. En época romana esta infraestructura formaría parte fundamental de la calzada que unía Emérita Augusta (la actual Mérida) con Cesárea Augusta (la actual Zaragoza).
Por aquel entonces, el río se ensanchaba en la zona en la que hoy se eleva el puente de Azarquiel. Posiblemente invadía, en parte, la explanada del actual parking de Safont, uno de los mejores aparcamientos si buscas dónde dejar el coche en Toledo. Al ser tan ancho el curso del Tajo en ese lugar, las aguas no tenían mucha profundidad. Incluso dejaban al descubierto un enorme islote de tierra muy fértil en el centro del río, conocido como la Isla de Antolínez debido al nombre de su propietario en el siglo XVII. En junio de 2022, dado el bajo nivel de aguas que llevaba el río, parte de la isla volvió a emerger durante un tiempo, como así recogía una nota de prensa de La Tribuna de Toledo. También se puede ver el citado islote en el plano de Arroyo Palomeque.
El puente tenía pues una misión eminentemente defensiva más que para cruzar el río que, como decimos, se podía vadear sin puente alguno. Servía pues para defender ese paso natural de sus aguas. Desde el puente, los romanos podían atacar a un ejército que estuviera cruzando por allí con arco y flecha, que en época romana era el arma de mayor alcance, unos doscientos metros. De hecho, esta misión defensiva se verá reforzada en el medievo por la construcción del castillo de San Servando, en un cercano peñasco a mayor altura que el puente de Alcántara. El Miradero, en lo alto del casco histórico, cumplía también la misión de tener vigilada esa zona estratégica fundamental.
Los que atribuyen la construcción del puente a los musulmanes tienen que leer el artículo de Carlos Fernández Casado. Deja claro que el uso de dobles hiladas de dovelas es algo típico de la edificación romana, señal que también aparece en el puente homónimo de la provincia de Cáceres con el que el puente toledano comparte también la anchura de su arco principal (28 metros). Esta amplitud de luz del arco principal sería algo bastante difícil de conseguir por parte de los visigodos, que no poseían la destreza técnica con la que sí contaron los romanos.
Ya en el 567 se tiene referencia documental de un puente grandioso en nuestra ciudad que debiéramos identificar con éste y que no podía haber sido construido por los visigodos, como acabamos de explicar. En este documento se señala como Gelesinda, hija mayor de Atanagildo, abandona la ciudad a través de este puente para acudir a su matrimonio con el rey merovingio Chilperico I. Este dato es reseñado por Menéndez Pidal en el prólogo del tomo III España visigótica, aunque este autor trascribe incorrectamente el nombre de la dama.
Es muy interesante, para comprender el modo de proceder de los romanos a la hora de levantar un puente, leer a Santiago Posteguillo en esa maravillosa trilogía que tiene publicada sobre la figura de Trajano. Narra como Apolodoro de Damasco construye un puente de más de un kilómetro sobre el Danubio en Drobeta (durante más de mil años fue el puente más largo del mundo), del que aún se conservan algunos de sus pilares.
Posteguillo nos narra cómo los romanos construían unos grandes cajones que embreaban para impermeabilizarlos. Después los clavaban en el lecho del río para proceder a vaciar el agua de su interior mediante la utilización del tornillo de Arquímedes. Una máquina gravimétrica helicoidal utilizada para la elevación de agua, harina y otros materiales. Se trataba de un tornillo embutido en un tuvo que, al ir girando en el interior del cilindro, iba subiendo el agua por el interior del cilindro hasta su extremo superior. Una vez desecado el espacio interior del cajón embreado, los trabajadores accedían a su interior para cavar profundamente en el lecho del río e introducir los sillares y opus caementicium (hormigón armado). Estos servirían de cimentación a la obra. Sobre estos cimientos se elevaban los pilares del puente, normalmente confeccionados con ese opus caementicium que, posteriormente, se revestía con sillares de piedra para que el aspecto que mostraba el puente hacia el exterior fuera más imponente, de mayor robustez y lujo.
Modificaciones musulmanas del puente
En origen, el puente de Alcántara tendría tres arcos, pero se tiene noticia de la destrucción de uno de ellos. Concretamente el más alejado del casco histórico, destruido en el siglo IX, en época musulmana, cuando se llevó a cabo una escaramuza para castigar a Tulaytulah. El nombre que daban los musulmanes a nuestra ciudad y que suele traducirse como “la alegre”.
La ciudad, pese al nombre festivo, era muy levantisca frente al poder central de Córdoba. Toledo había sido la capital del reino visigodo y no llevamos bien la pérdida de esa capitalidad, por lo que éramos una ciudad que nos rebelábamos frecuentemente frente a Córdoba. En ese momento, los propios musulmanes minan ese extremo del puente, posiblemente para impedir el acceso de refuerzos o suministros. Posteriormente, se reconstruye el puente, pero se opta por levantar un muro sólido en lugar de reponer el arco. Ésta era una solución técnicamente más sencilla en un momento en el que, lo más probable, el curso del río habría perdido ancho y las venidas ya no eran tan caudalosas. Con todo, se conserva un pequeño portillo en el extremo para permitir el paso por debajo del puente en ese lado.
A finales del siglo X, tenemos noticia de una reconstrucción de la infraestructura, posiblemente ordenada por Al-Manzor. Considera Carlos Fernández Casado que debió ser una intervención de cierta importancia, “pues muchos de los cronistas llegan a considerarla como la verdadera construcción del puente”. El autor señala que desde el punto de vista estilístico esto “es disparatado” pues las formas de hacer musulmana era la mampostería y no la sillería, de la que hace gala buena parte de la obra.
Modificaciones cristianas
Otra posible reparación parece ser que se produjo en el siglo XIII, en época de Alfonso X el Sabio. Concretamente después de una enorme crecida del río que afectó al arco más próximo a la ciudad. Ésta y la intervención del siglo X aparecen referidas en la inscripción que hay en el arco del torreón de entrada a la ciudad. Fue colocada por Alfonso X en 1258. Transcribimos el texto íntegro de esta inscripción:
“En el año de M. é CC. é LVIII años de la Encarnación de nuestro Señor Jesu-Christo, fue el grande diluvio de las aguas, é comenzó antes del mes de Agosto, é duró hasta el Jueves XXVI días andados de Diciembre, é fueron las llenas de las aguas muy grandes por todas las mas de las tierras, é ficieron muy grandes daños en muchos lugares, é señaladamente en España, que derribaron las mas de las puentes que y eran. Entre todas las otras fue derribada una gran partida de esta puente de Toledo que hove fecho Alef, fijo de Mahomat Alameri, Alcaid de Toledo, por mandato de Almansor Aboaumir Mahomat, fijo de Abibamir Albagib de Amir Almoraenin Hirem. E fue acabada en Era de los Moros, que andabe ese tiempo en CCC. é LXXXXI años. E fizola adobar, é renovar el rey D. Alonso fijo del noble rey D. Fernando, é de la reyna Doña Beatriz, que regnaba á esa sazon en Castilla, é en Toledo, é en Leon, é en Galicia, é en Sevilla, é en Cordova, é en Murcia, é en Jaen, é en Baeza, é en Badajoz, é en Algarbe. E fue acabada el Octavo año que él regnó en el año de la Encarnación de M. CC. LVIII, años; é ese año andaba la Era de Cesar en M. CC. É LXXXXVI. Años, é la de Alejandro en M. é D. é LXX años, é la de Moros en DC. É LVII. Años.”
En 1484, época de los Reyes Católicos, se reconstruye el torreón más próximo a la ciudad que presenta las armas de Isabel y Fernando: un escudo con el águila de San Juan como tenante (Isabel era muy devota de los santos Juanes), cuarteles con los símbolos de los territorios dominados en el momento de ser esculpido (Castilla, León, Aragón y Dos Sicilias, a falta de las cadenas de Navarra y de Granada, que se incorporará en el centro del blasón a partir de 1492) y el yugo y las flechas, las divisas heráldicas de estos monarcas. Tal y como aparecen en el Monasterio de San Juan de los Reyes.
Divisas heráldicas de los Reyes católicos
Hay un error bastante difundido que considera que el yugo es el símbolo de Isabel. Ésta escribía su nombre con “Y” griega en lugar de con “I” latina (en aquella época había cierta ambivalencia entre las dos letras), y “yugo” empieza por esa letra. En cambio las “flechas” comienza por la inicial de Fernando. En realidad es justo al revés. El yugo es el emblema de Fernando y las flechas el de Isabel. El motivo de que cada uno de estos símbolos empezara con la inicial del otro miembro de la pareja era un juego galante entre los integrantes de este matrimonio de monarcas.
El símbolo del yugo es especialmente interesante por derivar de Alejandro Magno. En aquellas épocas los monarcas hacían remontar el inicio de sus linajes a personajes de la Antigüedad clásica en un intento de ennoblecer sus cunas. Por ejemplo, Luis XIV de Francia se consideraba descendiente de Apolo, el dios griego del sol, por lo que este monarca pasó a la Historia como El Rey Sol.
El emperador Carlos V hace remontar el origen de su familia a Hércules, semidios que, según la mitología griega, estuvo en la Península Ibérica haciendo algunos de sus célebres trabajos. Además, se cuenta que Hércules, apoyándose en dos columnas, consiguió separar el continente africano del europeo dando cabida al Mar Mediterráneo. Estas dos columnas aparecen en el escudo del emperador, al igual que el Toisón o Vellocino de Oro. El que fueran a buscar Jasón y los Argonautas, expedición en la que también estaba enrolado Hércules. Por cierto, que las columnas de Hércules siguen apareciendo en el escudo español actual.
Pues bien, Fernando el Católico cree emparentarse con Alejandro Magno. Cuando el gran conquistador griego entró en Asia, allí se encontró con la ciudad de Gordio, capital del antiguo reino de Frigia. En este reino se creía en la profecía de que quien consiguiera desatar un nudo que había en un yugo conseguiría conquistar toda Asia. Ni que decir tiene que “el nudo gordiano” estaba hecho a mala leche, pero Alejandro, en lugar de intentar deshacerlo, lo cortó con su espada diciendo “tanto monta”. Es decir “da lo mismo” desatarlo que cortarlo. Efectivamente el nudo había quedado deshecho y Alejandro Magno consiguió conquistar buena parte de Asia.
Fernando el Católico adopta este yugo como su símbolo personal y el lema del “tanto monta”, que después se hace extensivo a su mujer con el “tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando”. Es un símbolo y un lema que recomendó al monarca Antonio de Nebrija, primer gramático de la lengua castellana.
Respecto a las flechas, esto viene de una leyenda castellana. Un padre a punto de morir reúne a todos sus hijos en torno a su lecho de muerte. Todos presentes, entrega a cada hijo una flecha y les pide a todos que la partan. Ninguno de ellos tiene problema alguno para partir ese fino palito de madera. Luego les entrega un haz de flechas formado por tantas flechas como hijos. Ante el reto de partir el haz de flechas, ninguno de los hijos tiene éxito. Es una alegoría de la unidad familiar y de cómo las familias que permanecen unidas son inquebrantables.
El patio de armas desaparecido
A la salida de este torreón, en dirección hacia el casco histórico, antaño nos encontrábamos un patio de armas. Hoy día ha desaparecido ya que fue eliminado para permitir el tráfico rodado a finales del siglo XIX. Este patio de armas constaba de unos muros que se abrían desde el torreón para unirse con la muralla. Tenía salidas a través del puente, de la puerta de Alcántara que aún conservamos (fue sacada a la luz en 1911 después de permanecer oculta durante mucho tiempo tras las viviendas que se habían adosado a la muralla), y otras dos puertas desaparecidas con la eliminación del patio de armas. Una se orientaba hacia el norte, en dirección a la actual calle de Gerardo Lobo, y la otra hacia el sur, abocada hacia la carretera de la cornisa. Ésta última se la llamaba de San Ildefonso por contar con una hornacina con una estatua del patrón de Toledo sobre su arco. Esta escultura atribuida a Diego Velasco de Ávila y datada en 1575 se conserva en el Museo de Santa Cruz.
El patio de armas estaría custodiado por una guarnición militar, al ser uno de los puntos de acceso a la ciudad más transitado. En el mismo se cobraba el impuesto de pontazgo (en las puertas se cobraba el de portazgo) que grababa las mercancías que entraran en Toledo procedentes de otros lugares. Era una medida proteccionista que permitía a los locales tener precios más competitivos que los extranjeros ya que, según reza la inscripción que aparece tallada en uno de los sillares de la torre: “Son libres del impuesto de pontazgo los vecinos de Toledo, de los montes y de los lugares de su jurisdicción”.
Pueden verse algunas fotos de este patio de armas antes de que fuera destruido en el blog de Sánchez Butragueño. También en el detallado plano que elaborara José Arroyo Palomeque de 1720.
Un arco de triunfo barroco para dar entrada o salida a la ciudad
Respecto a la puerta más alejada de la ciudad, es obra barroca de 1721 siguiendo el modelo de arco triunfal. La parte interna de este acceso presenta en la parte superior una hornacina con una imagen de la Inmaculada. Al exterior un relieve con un escudo con el águila imperial al que le faltan las dos cabezas. Al parecer fueron alcanzadas por un rayo el 5 de julio de 1820 según anotación de un escribano municipal llamado Felipe Sierra. Miguel Larriba da noticia de que las piedras desprendidas cayeron sobre tres viajeros (dos arrieros de Moraleja de Enmedio y otro de Los Yébenes) que pasaban en ese momento por debajo. Esto provocó graves heridas en los transportistas y la muerte de varias de sus cabalgaduras, su medio de vida. Para socorrerles “se abrió una suscripción popular que alcanzó la cifra de casi 5.500 reales, que les fueron entregados después de descontar los costes de posada y los gastos derivados de su cura y recuperación”.
En la clave del arco aparece una adaptación del lema romano SPQR (Senatus Populusque Romanus, el Senado y el Pueblo Romano) a la ciudad de Toledo (SPQT, Senatus Populusque Toletanorum, el Senado y el Pueblo Toledano). Con ello la ciudad trataba de equipararse a Roma en virtud de cierto privilegio nacido de un códice legal visigodo del siglo VI, según aparece en la obra “Toledo en cien piedras”.
Antes de la puerta barroca existía una torre en dicho emplazamiento construida en el siglo XIII que aparece en algunos cuadros del Greco. También aparece en el plano de Arroyo Palomeque de 1720, un año antes de su sustitución.
Otras curiosidades
Cuando se arregló el solado del puente en 1836, como así lo señala una inscripción que se encuentra en el pretil del mismo, se encontraron debajo de las baldosas que iban a ser sustituidas varios hornillos de pólvora posiblemente colocados ahí por las tropas napoleónicas durante la Guerra de la Independencia. El objetivo era volar la infraestructura cuando abandonaran la ciudad. Afortunadamente el plan destructivo no fue llevado a cabo o falló, como nos señala Miguel Larriba.
En el año 1921 el puente de Alcántara fue declarado Monumento Nacional, pero siguió soportando tráfico rodado hasta 1933. En aquel año fue inaugurado el nuevo puente que se levanta aguas abajo, a escasos metros del de Alcántara.
Y esto en lo que corresponde al puente de Alcántara. Te emplazamos a un próximo artículo que tratará del puente de San Martín. Dos lugares que ver en Toledo imprescindibles ¿Te lo vas a perder?
Bibliografía
- De la Vega Jimeno, M.A.: Puentes romanos y de origen romano en la provincia de Toledo, Toledo, Anales toledanos, nº 31, 1994, págs. 17-40.
- Fernandez Casado, C.: Puente de Alcántara sobre el Tajo en Toledo, Madrid, CSIC, 1979
- Larriba, M.: Toledo en cien piedras, Toledo, Ed. Ledoria, 2022
- Moreno Domínguez, L. Alguacil San Félix, F.J. y Alguacil San Félix, P.: El Toledo Invisible, Toledo, Antonio Pareja Ed. 2002
- Plan de Ordenación Municipal de Toledo, 2007
- VVAA: Las murallas de Toledo, Toledo, Fundación Caja Madrid, 2004
- VVAA: Arquitecturas de Toledo, del periodo romano al gótico, Toledo, JCCM, 1992