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Hoy, amigo@ del misterio, vengo a hablarte de los caballeros templarios. ¿Ooootra vez? Estarás pensando: «El temita de los templarios parece que ya cansa, pero lo cierto es que no parece agotarse nunca.»
Si escribes en nuestro amigo Google “Templarios en Toledo” recibirás la escalofriante cifra de 390.000 resultados y año tras año siguen apareciendo novedades editoriales que repiten lo mismo que sus antecesores sin siquiera pasarlo por el mínimo filtro crítico. Con tal cantidad de cosas escritas sobre los templarios, parece imposible decir nada nuevo. Lo cierto es que casi ningún resultado arroja información relevante y ni mucho menos académica. De hecho, si escribes “templarios en Toledo” en Google Académico puedes comprobar que ningún historiador ha escrito nunca nada sobre el tema.
El artículo se podría acabar aquí, pero voy a seguir
¿Por qué ningún historiador ha escrito sobre los templarios de Toledo?
Porque no existe ni un solo documento histórico ni prueba arqueológica alguna que ayude a probar la hipótesis de que los caballeros templarios estuvieron en la ciudad de Toledo.
Entonces, ¿qué te voy a contar que no se haya dicho antes? Muy sencillo.
Te propongo un paseo crítico por el Toledo de los templarios, con el fin de que cada uno saque sus propias conclusiones. Si venías buscando información sobre pilas bautismales con forma de Grial,manchas en la pared con forma de cara de templario o nombres de calles de supuesto origen esotérico, este no es el lugar.
Vaya por delante: no pretendo proponer argumentos contundentes en contra de nada. Sencillamente, es imposible demostrar la no existencia de algo; más aún cuando el mundo de los templarios está completamente contaminado de esoterismo y, por tanto, es más una religión que una ciencia y solo se entiende con la fe y no con la razón.
Quiénes eran los caballeros templarios
Antes de ceñirnos el hábito y atacar al grito de deus vult, creo que es necesario – para el que ande un poco despistado – explicar con el menor número posible de palabras quiénes eran esos caballeros templarios.
La Orden del Temple surgió durante las cruzadas con la excusa de proteger a los peregrinos cristianos que iban a Tierra Santa y, ya que estaban tan lejos, hacer la guerra contra los musulmanes. Con el paso del tiempo los musulmanes contraatacaron aún más fuerte y los templarios tuvieron que salir con el rabo entre las piernas, momento en el que la orden se había transformado en una multinacional con tanto poder y riqueza que el rey de Francia decidió quitárselos de en medio inventándose que eran brujos y se daban amor entre ellos.
Fin.
¿Y el trillón de libros que se han escrito sobre los Templarios? Eso es otra historia, amig@.
Yo he venido a hablar de los templarios en Toledo.
Partimos de la base de que el establecimiento de los templarios en Toledo parece posible, teniendo en cuenta el contexto de la ciudad tras la conquista cristiana de 1085. A lo largo de unos 150 años la ciudad se convirtió en la cabeza de un territorio fronterizo sometido a frecuentes campañas militares.
Como explica el profesor Óscar López Gómez en su artículo La ciudad de la Cruzada: Toledo, 1212, Toledo se convirtió en una capital de la guerra. Este hecho atrajo a numerosas órdenes militares como la de los hospitalarios, que tuvieron un oratorio en lo que ahora llamamos mezquita del Cristo de la Luz,como demuestra la profesora Susana Calvo Capilla. No podemos dejar de mencionar al profesor Carlos Barquero Goñi, que ha dedicado decenas de trabajos que fundamentan la relación de la orden de los caballeros hospitalarios con nuestra región.
También residió en Toledo la poderosa orden de Santiago, que tuvo un hospital en las cercanías del Alcázar, como nos cuentan, entre otros autores, Ángela Madrid Medina y Olga Pérez Monzón.
No podían faltar los caballeros de Calatrava, que poseyeron un oratorio en lo que habían sido los alcázares taifas de Toledo, donde todavía se conserva un ábside mudéjar, lo cual podemos corroborar en los trabajos de Fabiola Monzón Moya.
Como puedes comprobar, la relación de las órdenes militares con nuestra ciudad es bien conocida y esta circunstancia ha dado lugar a abundantes trabajos académicos. Con una sola excepción: la Orden del Temple.
Para justificar esto, algunos afirman que la del Temple es una orden maldita y que su desaparición traumática habría hecho desaparecer su documentación. Pues bien, esto no parece ser del todo cierto, como afirma el profesor Barquero Goñi en su artículo La Orden del Hospital y la recepción de los bienes templarios en la Península Ibérica:
«la Orden del Temple y su disolución a comienzos del siglo XIV constituyen un episodio de la historia medieval de la Iglesia bastante conocido en sus rasgos generales. La presencia de dicha Orden en la Península Ibérica también ha sido bien estudiada.»
Es poco probable que existiese una encomienda templaria de la que no haya quedado ni un solo documento ni mención por el simple hecho de que, tras la desaparición de la orden sus posesiones cambiaron de manos y de eso, amig@ del misterio, sí que hay pruebas. Concretamente están en la Sección Órdenes Militares del Archivo Histórico Nacional.
Ahora bien, ¿qué argumentos se suelen dar a favor de la presencia de los templarios en Toledo?
En líneas generales, se afirma que existen tres emplazamientos de nuestra ciudad que están especialmente relacionados con los templarios: el castillo de San Servando, la llamada “casa del Temple” y la iglesia de San Miguel el Alto.
El Castillo de San Servando
El castillo de San Servando es una fortaleza situada en la cima de un cerro al otro lado del río Tajo, junto al puente de Alcántara. Si bien su origen se puede remontar a época romana, el aspecto que hoy presenta es verdaderamente reciente, pues fue salvado de la ruina a principios del siglo XX.
Habrás leído en publicaciones relacionadas con los templarios en Toledo que este castillo fue donado por el rey Alfonso VIII a la Orden del Temple, sin que se mencione documento alguno en que se pruebe dicha donación. Los historiadores del siglo XIX como Sixto Ramón Parro, Antonio Martín Gamero, el Vizconde de Palazuelos o Amador de los Ríos coinciden a la hora de señalar su pasado templario, aunque cabe destacar que quien primero lo dijo fue este último en su obra Toledo pintoresca ó Descripción de sus más célebres monumentos publicada en 1845.
En realidad, Amador de los Ríos parece tomar este dato de Pedro de Alcocer, que en 1554 en su Historia o Descripción de la Imperial ciudad de Toledo afirma “y fue dado el monasterio a los monjes Templarios que le tuvieron hasta el año del señor de 1308”. Eso es todo. No es el único que afirma tal cosa, pues como recoge el reputado medievalista Gonzalo Martínez Díaz en su documentada – y por tanto, recomendable – obra Los Templarios en los reinos de España:
“el historiador guipuzcoano Garibay, al tratar de los bienes del Temple […] incluye entre sus bienes los conventos de San Benito y San Servando de Toledo, pero, dada la falta de rigor crítico de este autor, no hemos tomado en consideración tales aseveraciones”.
Lo cierto es que entre la obra de Alcocer y la de Garibay apenas hay dos décadas de diferencia, por lo que es fácil deducir que uno influyó al otro. El historiador Vicente Palacio Atard nos cuenta en su artículo Garibay y la historia de España que Esteban de Garibay, un vasco afincado en Toledo, más que historiador era un recopilador y que tanto conocía la obra de Alcocer que incluso se atrevió a rebatirla en algunos puntos. Como se suele decir: blanco y en botella.
No obstante, algunos autores actuales afirman que los historiadores del Siglo de Oro ya señalaban de manera unánime el castillo de San Servando como templario, aunque en ningún caso citan exactamente dónde encontrar estas afirmaciones, como es el caso de Luis Rodríguez Bausá en su opúsculo Templarios en Toledo.
Me he puesto manos a la obra y, con ayuda de la tecnología, he rastreado la obra de tres autores fundamentales del Toledo del Siglo de Oro: Francisco de Pisa, Luis Hurtado de Toledo y Juan de Mariana. Si fuese tan evidente que los templarios poseyeron el susodicho castillo, éstos lo recogerían en sus respectivas obras, pero lo cierto es que no lo hacen.
Luis Hurtado en su Memorial de algunas cosas notables que tiene la Imperial Ciudad de Toledo afirma que está arruinado -página 509-, pero nada de los caballeros templarios. Por su parte, el padre Juan de Mariana en su Historia General de España habla con increíble detalle de la historia del Temple, pero no afirma que estuviesen en Toledo. Francisco de Pisa menciona el castillo de San Servando tanto en la primera como en la segunda parte de su Descripción de la Imperial Ciudad de Toledo, e incluso menciona a Pedro de Alcocer, pero no recoge la posesión templaria de la fortaleza. Por tanto, parece discrepar de Alcocer en ese punto.
Por todo lo dicho, parece probable que la posesión del castillo de San Servando por parte de los Templarios no sea más que un error o una invención de un autor del siglo XVI, que después copió otro autor, algo harto frecuente en la época – y en la nuestra.
Bien es cierto que este artículo no es una tesis doctoral, por lo que cabe la posibilidad que haya pasado por alto algún otro autor abonado a la leyenda templaria. En cualquier caso, no creo que esto reste importancia a mi argumento. Por poner otro ejemplo de la falta de unanimidad a este respecto, en 1787 Antonio Ponz en su famoso Viaje de España afirma sobre el castillo de San Servando que está destruido y que “en este paraje, o cerca de él dicen que hubo un antiquísimo convento de monjes Benitos”. Por tanto, un siglo después de Alcocer y Garibay, la presencia del Temple en San Servando seguía sin ser un hecho generalmente reconocido, como lo va a ser a partir del momento en que los imperfectos historiadores del siglo XIX lo recuperen del olvido.
La Casa del Temple
La casa del Temple es un edificio excepcional situado en la plaza del Seco, a unos pocos pasos del Alcázar de Toledo. Se dice que es la casa más antigua de España, lo cual bien podría ser cierto, pues se trata de un palacio hispanomusulmán del siglo XI, aunque con mil transformaciones, la verdad sea dicha.
A finales de los años 90 el inmueble fue objeto de una restauración precedida de excavaciones arqueológicas, en las que no ha aparecido señal alguna de los caballeros templarios, como se puede deducir de la lectura de La casa palacio del Temple de Toledo: Un monumento taifa recientemente recuperado. Al parecer, la casa fue mucho más grande hasta el siglo XV, hasta el punto de que se podría hablar de que, en realidad, la casa original ocuparía toda la manzana, que ha sido denominada “manzana templaria”.
La casa contigua, situada en el número 3 de la calle San Miguel, también ha sido objeto de excavaciones arqueológicas, como nos cuentan los propios arqueólogos en Un palacio enmascarado: estudio arqueológico en el número 3 de la calle de San Miguel (Toledo). En este caso, los autores del artículo dan por cierto que fue una posesión templaria, pero no porque encuentren nada que lo demuestre, sino dando por válida la opinión del erudito Sixto Ramón Parro que, por supuesto, tampoco ofrece en su obra de 1857 Toledo en la mano -página 10- ninguna prueba de ello, pues a su vez estaba copiando lo que había dicho poco tiempo antes el ya mencionado Amador de los Ríos.
Moraleja: que varios autores coincidan en una afirmación no quiere decir que ese hecho esté probado, sino que unos se copian a otros.
La casa de la Parra
¡Atención, que vienen curvas!
Si continuas por la calle de San Miguel, dejando atrás la plaza del Seco, y después gira a la izquierda, entra en la calle Cobertizo de San Miguel. En el número 7 encontramos un edificio de reciente construcción, que ocupa el lugar en que estuvo la llamada “Casa de la Parra”, demolida en 2001 según el arqueólogo Jean Passini.
Cuando la visitó Amador de los Ríos ya debía estar en proceso de ruina, como relata en su Toledo Pintoresca de 1845. En esta casa estaba localizada la llamada alacena o botica de los Templarios, que en 1871 fue vendida al museo Victoria and Albert de Londres, donde sigue estando, como se puede comprobar en su página web.
“Dios : te : salve : estrella : de : la : mañana : melezina : de : los : peccadores : reina”.
Si quieres saber más, la profesora María Ángeles Jordano Barbudo nos ofrece todo lujo de detalles en su artículo El arco mudéjar de la botica de los templarios en el Victoria & Albert Museum de Londres.
La conclusión de la profesora Jordano Barbudo es demoledora: el arco no puede ser de los templarios dado que, por su estilo se puede datar hacia 1360, más de 50 años después de la desaparición de la Orden del Temple. De hecho, en la página web del museo Victoria y Alberto aparece datado en 1361.
No hay nada más que decir, señoría.
Iglesia de San Miguel el Alto
La iglesia de San Miguel el Alto es una parroquia que aparece citada por primera vez en 1148, aunque muy probablemente antes había sido una mezquita. En Historia de las Calles de Toledo, Julio Porres nos cuenta:
“Se atribuye a la iglesia una relación de dependencia con la Orden del Temple […] No mencionan para nada tal cesión los documentos mozárabes, y no lo recoge el buen cronista Hurtado de Toledo, a fines del siglo XVI, por lo que parece una conseja o una exageración […] la supuesta cesión del edificio religioso”.
Esta referencia a los documentos mozárabes es clave. Entre 1926 y 1930 el arabista Ángel González Palencia recopiló 1.175 documentos relativos al Toledo medieval en su monumental obra “Los mozárabes de Toledo en los siglos XII y XIII”. Efectivamente, en los documentos mozárabes aparece mencionada la iglesia de San Miguel, ¡en la época de los templarios! Sin embargo, estos documentos no mencionan a los caballeros. Da que pensar.
Es más: los apóstoles del templarismo toledano suelen afirmar que la iglesia fue donada por Alfonso VIII a la Orden del Temple como oratorio de su cercana hospedería, aunque no hay pruebas de ello. Sí que hay pruebas de que este mismo rey otorgó la que hoy conocemos como mezquita del Cristo de la Luz a la Orden de los Hospitalarios, como ya comenté anteriormente, que se convirtió en un oratorio privado en 1183. Este hecho aparece reflejado en los documentos mozárabes, que mencionan a la entonces denominada iglesia de Santa Cruz dentro de la colación de San Nicolás. Es decir, Santa Cruz era una iglesia, pero no una parroquia, pues no era la cabeza de su colación.
Esto demuestra que, efectivamente, era el oratorio de una orden militar. Sin embargo, ¡oh sorpresa!, los mismos documentos mozárabes hablan en 1259 de una colación de San Miguel y que cuenta con diáconos, subdiáconos y presbíteros. Por tanto, era una parroquia y no un oratorio.
Las campanas de la iglesia de San Miguel el Alto
El propio Julio Porres recoge en la misma obra antes citada el rumor de que una de las campanas de la iglesia de San Miguel tiene una cruz templaria – también llamada paté – grabada en ella. El culpable de esto es Sixto Ramón Parro, que en 1857 inicia este rumor, afirmando que había visto dicha cruz, pero que no había podido ver la fecha. Se habría dejado las gafas en casa. Esta información también aparece mencionada en la reciente publicación Enclaves Templarios de María Lara Martínez
¡Qué incrédulo he sido! ¡La prueba definitiva que estaba buscando estaba en el campanario! O no…
En 2008 el Consorcio de Toledo publicó un monográfico sobre alminares y torres llamado Herencia y Presencia del Toledo Medieval. Uno de los capítulos de este monográfico está dedicado a la torre de San Miguel, escrito por la arqueóloga Elena Sánchez Peláez con el sugerente título San Miguel el Alto, una torre para luchar contra el demonio que es el resultado de los trabajos de restauración de la torre. Al parecer, el campanario cuenta con cuatro campanas, fechadas en 1510, 1617, 1832 y 1997.
¿Cómo va a haber una campana templaria si la más antigua es de 1510? ¿No será que este dato se sigue repitiendo, como es el caso de María Lara Martínez, sin tomarse la molestia de comprobarlo?
En 2009, el historiador local y miembro del gremio de hortelanos, con sede en San Miguel el Alto, Juan Estanislao López Gómez asevera en una bonita obra llamada Historia del Gremio de Hortelanos de Toledo:
“en contra de las hipótesis de algunos estudiosos que mantienen, abiertamente o de forma insinuada, que una de las campanas perteneció a los templarios, ponemos de manifiesto la imposibilidad de tal afirmación ya que la más antigua está fechada en el año 1510, doscientos años después de la disolución de la Orden del Temple.”
Los capiteles de San Miguel el Alto
Y por último, amig@ del misterio, no puedo seguir eludiendo un asunto fundamental, que me trae por el camino de la amargura: los capiteles de la iglesia de San Miguel el Alto.
Verdaderamente es un asunto para el que no hay una fácil respuesta. Y es que, dicen, hay dos cruces supuestamente templarias en sendos capiteles en el interior de la iglesia.
Tenía entendido que la cruz de los templarios era la cruz paté, pero vale. No descarto que sea el escudo de una cofradía o hermandad, pues muchas han tenido históricamente su sede en San Miguel. En cualquier caso, solo comentarte un par de cositas:
En primer lugar, si uno se fija en el capitel más cercano al espectador puede percatarse de que recuerda a la decoración del monasterio de San Juan de los Reyes; es decir, parece un capitel del siglo XV y no del siglo XIII. De esto ya se dio cuenta Vicente Cutanda en 1919 que en el boletín de la Real Academia de Bellas Artes afirma: «Por la época, creo sean muy recientes para indicar a los templarios».
Y para terminar, un suceso paranormal: tanto Amador de los Ríos, en 1845, como Sixto Ramón Parro, en 1856, entraron en la iglesia y la describen en sus obras, ya varias veces mencionadas, dando motivos por los que creen que fue una iglesia templaria, como por ejemplo, el asunto de la campana.
¿Sabéis de qué no hablan? De los capiteles. ¿Cómo es posible, que teniendo tanto interés por demostrar que la iglesia fue templaria, fijándose en nimiedades, no se fijaran en las cruces templarias de los capiteles?
En 1890, el Vizconde de Palazuelos en su Toledo : guía artístico-práctica afirma:
«la renovación operada en 1888, hecha con más celo que acierto, ha sido un verdadero atentado contra el buen gusto y las artes […] En la parte media de la principal, consérvanse a ambos lados dos antiguas columnas, cuyos capiteles muestran dos escudos que llevan por blasón la cruz del Temple. La reciente profanación artística ha alcanzado a estas columnas […] que fueron en mala hora pintarrajeadas»
¿Y si esos escudos aparecieron, misteriosamente, entre 1856 y 1890?
Seguiré investigando.
Si después de todo lo que te he contado en este post te queda alguna duda o prefieres que lo comentemos en persona, solo tienes que reservar una de nuestras rutas y encantado continuamos esta trepidante historia sobre Toledo y la existencia o no de los caballeros templarios en su historia.